- Muerte durante un bombardeo a Sarajevo Junio ​​de 1992 Foto : Gervasio Sánchez -

Ayer se cumplieron 11 años del asesinato de José Couso en Irán. Hablaba esta mañana con un compañero de él y de los periodistas o corresponsales de guerra y de la libertad de informar, así como de las dificultades para llevar a cabo este trabajo y el riesgo para la propia vida. Vida que perdieron 75 periodistas que en diferentes conflictos del mundo fueron asesinados el año pasado. Trabajo duro y arriesgado el de corresponsal de guerra o corresponsal en zonas con guerra encubierta como sería México entre el Estado y los narcos, o enviado especial que se llama ahora, aunque actualmente no hay guerras, sino conflictos armados como se suele decir eufemísticamente; aunque los muertos existen por igual a diferencia que ahora apenas mueren soldados y si muchos civiles, que mueren a menudo por aquello de los daños colaterales o incluso el fuego amigo. 
Y aquí, en este contexto de guerra sucia es donde empiezan los asesinatos a estos arriesgados profesionales de la información en directo. Antes, en las guerras convencionales había una serie de pactos no escritos ni firmados pero que se cumplían, respetar Hospitales, vehículos de la Cruz Roja y periodistas que iban convenientemente identificados; entre otras razones, porque estos últimos eran quienes con sus crónicas explicaban la guerra de primera mano.

viñeta de J.R.Mora 
Pero ahora que ya no hay guerras, solo conflictos. No interesa a menudo que la prensa informe de lo que realmente está pasando, para eso ya está el propio gabinete que cocina y prepara las noticias como les conviene darlas, aspecto que por cierto han copiado también los partidos políticos cuando están en campaña electoral. A día de hoy pues, en un conflicto, un periodista independiente que no sirva a nadie y tenga por único dueño la libertad de expresar lo que ve, molesta a las dos o más partes del conflicto, y como no hay ya ni pacto ni caballeros, a la que molestan, simplemente los eliminan y no pasa nada. 

El caso de José Couso demuestra de manera fehaciente la impunidad en la que un Ejército como el de los Estados Unidos, amparado por su gobierno y con la connivencia del resto de los países dentro y fuera de la OTAN incluso España si tenemos que hacer caso a Wikileaks, puede salir impune de la muerte de este periodista gallego, fuera un error humano o no lo que causó su muerte. Cierto es también que hay periodistas y periodistas como el caso de Miguel Gil que era un alocado y no tenía miedo a nada hasta se le acabó la suerte, o algunos como describía a Territorio Comanche Perez Reverte que hacían fotomontajes como si estuvieran en el frente y estaban a kilómetros de él, o Emilio Morenatti que perdió un pie en un atentado, que es lo que se podría considerar parte del riesgo del trabajo, o víctima de un daño colateral.

José Couso
Dura y poco reconocido el trabajo y las vidas derramadas de los periodistas de guerra , o conflicto, gente que de la mayoría no conocemos ni el rostro. O es que acaso los periodistas tienen el rostro del instante, del horror; porque la guerra o el conflicto es ante todo el horror, la expresión más brutal del ser humano en estado puro, capaz de matar por matar, sin razón, fundamento ni siquiera ideología. 

Los conflictos actuales han perdido si es que las guerras habían tenido una cierta épica, una lucha por unos ideales, nada de esto ahora, los conflictos actuales son puramente por intereses religiosos, económicos o de explotación de riqueza, y matan a los muertos y también a los vivos de por vida. Esto nos lleva a unas consecuencias posteriores que acabamos afectando a pesar de estas guerras sean lejos de aqui. Cuando lo has perdido todo, que importa asaltar una casa para robar y matar a su propietario. Si ya estás muerto, no te puedes ya morir, es el mito del "zombi" los muertos en vida, muertos porque ya no tienen alma, sólo instinto animal de supervivencia, y con este panorama qué valor se le da a la vida de una persona o en el caso de las guerras o conflictos en la vida de un periodista. Ninguna, cero, nada ... 

Ser reportero de guerra o de conflicto, es de aquellas tareas que se hace porque se es un idealista o porque está loco, que viene a ser más o menos lo mismo, y tanto unos como otros encima, suelen ser ignorados por la propia sociedad. Afortunadamente se han resuelto satisfactoriamente casos de secuestros como el de Marc Marginedas, Javier Espinosa y Ricardo García, ejemplo de periodistas con rigor y honestidad informativa. 

El año pasado fueron asesinados en todo el mundo 75 periodistas, pero no se puede matar al mensajero, no pudieron callarlos, en todos los casos hay algún compañero que ha tomado el relevo, porque aunque nadie le quiera escuchar, perviviendo la libertad de informar a quien quiera estalor de la tragedia y el horror, aunque esto le cueste a veces la propia vida.

SBD - 9.4.14