La celebración de la Semana Santa religiosa, con esta parafernália entre mística, masoquista, religiosa y pagana, no deja de ser un negocio y atractivo turístico para muchas ciudades y pueblos que la celebran con tanto entusiasmo como el atraso cultural y ancestral que representan este tipo de celebraciones en pleno siglo XXI, o es lo que debería de ser a día de hoy esto, aunque mucho me temo no es así. 
De hecho, cuesta entender que aún se puedan celebrar este tipo de manifestaciones donde lo que menos importa ya es la fe, o las creencias. Aquí se trata de una extraña ostentación pública de unas imágenes barrocas adornadas con todo y más (paganismo) y unos supuestos y exaltados creyentes desafinandole "saetas" a un icono para puro lucimiento propio en la mayoría de los casos, y la masa bramando mientras contempla el espectáculo, acompañado de unos encapuchados "made in Ku Kux Klan" con los sus capirotes, y otros "frikis" variados, descalzos con cadenas en los tobillos y en lugares donde incluso hay gente que se azotaban la espalda, todo muy edificante y reparador. 

Esta fiesta pagano-freakie-religiosa, ya no la entendía ni pequeño, cuando me hacían comer pescado el viernes santo y mi tío me contaba que después de la procesión, ayuntamiento franquista y clero franquista iban a darse un atracón de marisco en el restaurante, con bula o sin, pagando el ayuntamiento. 

Esta celebración rancia, sirve para comprender cuanto cuesta evolucionar a un país, salir del atraso mental de tantos siglos y aparte comprender también un poco esta España que tanto nos cuesta entender, anclada en un pasado rancio y decimonónico del que no quiere, puede, ni se sabe salir.