Decía Mark Twain en uno de sus aforismos:  

Cuando yo tenía catorce años, mi padre era tan ignorante que no podía soportarlo. Pero cuando cumplí los veinte, me parecía increíble lo mucho que mi padre había aprendido en siete años. 

Y al cumplir los cincuenta no sé... Twain, pero yo me di cuenta que la impresión correcta era de cuando tenía catorce años, quizás porque estaba en la misma situación ante mis hijas, con la diferencia de que yo soy consciente de ello, y mi padre ¡no!. Pero esta reflexión no tiene ninguna importancia, no deja de ser un puro ejercicio retórico, mi padre es mi padre, por más ignorante que sea, el trabajo que tendré para alcanzarlo. Al fin y al cabo, lo único que le debería reprochar, es el hecho de haber nacido, de la inconsciencia de haberme dejado llegar aquí sin pedirme permiso. Pero esto no es posible y por añadidura, en el fondo (que se joda Cioran), eso si que es retórica.