NIETZSCHE, AFERRADO AL ESPEJO



En Turín, al principio de sus crisis, Nietzsche se precipitaba sin cesar hacia el espejo, se miraba, se apartaba, y volvía a mirarse. En el tren que lo conducía a Basilea, lo único que reclamaba con insistencia era un espejo. No sabía ya quién era, se buscaba, y él, tan aferrado a salvaguardar su identidad, tan ávido de sí mismo, no tenía ya, para encontrarse, sino el más vulgar, el más lamentable de los recursos.
Nietzsche sufría al final de su vida demencia, que no es alzheimer y posiblemente sea aún peor. En esto siempre he tenido dudas, una persona normal crea, pinta, escribe o esculpe cosas normales, porque es una personal normal y refleja su estado de ánimo. Pero un genio suele ser un alma torturada, o es que Poe escribía lo que escribía porque era una persona normal. Un genio, un creador, es un ente diferente de las personas normales y en más de una ocasión se le suele tomar por loco o demente. Como Van Gogh, Pollock y tantos otros.
No sé de dónde había sacado que Nietzsche padecía alzheimer al final de su vida, o es posible que a día de hoy su demencia fuera diagnosticada como alzheimer, no lo sé. De hecho, sea demencia o alzheimer, es un castigo terrible para una persona, y es que sufrir alzheimer, es posiblemente lo peor que le puede pasar a alguien. No conocer, no conocerse, es no ser, es estar muerto en vida, y en cambio, aparentemente los que sufren esta terrible y cruel enfermedad están aparentemente bien, felices y contentos.
Dicen que sólo son felices los niños y los locos, que son los únicos que dicen la verdad, los niños no creo, los locos posiblemente, y los que sufren Alzheimer, no lo sabemos nosotros ni lo saben ellos. Y Nietzsche si es que estaba loco o padecia alzheimer al final de su vida, tampoco era feliz.

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