52 AÑOS DE UNA CATÁSTROFE

Ayer se cumplieron 52 años de las dramáticas inundaciones del Vallés, la peor catástrofe natural de la historia de la provincia de Barcelona. La riada causó más de 600 muertos registrados (muchas víctimas ni tan siquiera estaban empadronadas, lo que dificultó el recuento) y dejó en la miseria a más de 12.000 damnificados. Las poblaciones más afectadas fueron Terrassa, Rubí y Sabadell.
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Pide el Periódico a sus lectores que expliquen sus vivencias de aquel día fatídico para una parte del Vallés: Ese día me despertó mi madre a las 7 de la mañana como siempre. Yo tenía diecisiete años y trabajaba en la empresa P.PRAT SA, que fabricaban maquinaria para 'Panaderia y Pasteleria' que se decía en aquellos tiempos. Recuerdo que en levantarme, mi madre me comentó que toda la noche había llovido mucho -Ya no llovía cuando me levanté, y si que debía haber llovido mucho pués el suelo estaba excesivamente limpio y pulido delante de casa. 
Donde yo vivía entonces - y vivo ahora - en la Carretera de Prats de Lluçanès, por más que llueva no se puede inundar, estamos demasiado arriba del nivel del río Ripoll. A partir de casa se va bajando por Can Puig Gener hasta llegar al río y allí si que hizo daño la riada, como en las fábricas que había junto al río que quedaron arrasadas. Mucho más daño hizo en Rubí, Terrassa o San Quirze del Vallés, sobre todo en una barriada que había en la entrada, por debajo de donde está ahora el Alcampo. 
Pero todo esto no lo sabía cuando me levanté. Como cada día me bebí la leche con Cola Cao y con el bocadillo envuelto en una hoja de la Vanguardia (nada de papel de aluminio) me fuí a trabajar. A pie, tardaba una media hora de casa al trabajo, y si recuerdo que a mitad de camino me vino una urgencia de aquellas que apremian de apresurar (que me estaba cagando vivo, vaya), y el camino se me hizo eterno. Al llegar al trabajo en la calle de Sentmenat, las puertas de la fábrica estaban abiertas de par en par pero dentro no había nadie. El suelo estaba mojado. lleno de huellas de pisadas, y entonces me di cuenta que en el fondo de la calle (a cuatro o cinco esquinas del margen que da el rio Ripoll), estaba rebosante de gente. Me pasó la cagalera de golpe, algo había pasado - me dije - y me acerqué. El espectáculo era terrible, la cantidad de agua que bajaba por un río tan escaso como el Ripoll hacía que pareciera el Amazonas, Bajaba ganado muerto, todo tipo de restos en medio de una siniestra y furiosa agua de color marrón. El Pepitu, el encargado me explicó lo que había pasado, no sabía demasiado pero era evidente que era una cosa muy grande, hay que tener en cuenta que la información antes funcionaba con unos parámetros muy diferentes a los actuales. Al cabo de un rato llegó el Mañosa que era un montador y explicó que en Terrassa había muerto mucha gente, en Rubí y también en otros lugares. 
Volvimos al trabajo y, cuando empezaron a llamar clientes para interesarse en si nos había afectado a la Empresa, y Fidel que tenía una radio de transistores la conectó, y fué cuando tuvimos plena conciencia de la tragedia. Recuerdo la tarea impagable de Joaquin Soler Serrano en la Radio, creo que en Radio Barcelona, ​​y como todo el mundo se volcó con las poblaciones afectadas, y cuando digo todos, quiero decir todos, Después vino Franco a Sabadell y dijo que nos ayudaría a reparar las pérdidas - no lo hizo - y también dijo que volvería por la primavera, pero no vino nunca más, ni ganas. Estos son los recuerdos que tengo de aquel día, y recuerdo también la gran nevada del 24 de diciembre, la madre de todas las nevadas de la noche de navidad del mismo año.

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