Ambos son niños, aunque ganan mucho más dinero que la mayoría de los hombres mayores. Uno se llama Lionel, el otro Cristiano. El segundo de ellos Cristiano no puede ser el nùmero 1, nunca será el futbolista nùmero 1 del mundo, le sobra la misma soberbia que la humildad que le falta y tiene Lionel, y está más pendiente de las cámaras de la tele que del partido y los compañeros. Ambos son niños, pero mientras Lionel ha crecido como persona Cristiano continúa viviendo en el país de nunca jamás donde queda atrapado de por vida, tal vez porque él no es más que un jugador de cónsola y el otro es un prodigio de la naturaleza, y la naturaleza es la realidad real contra la virtualidad aparente de la cónsola.

Nunca será nada o gran cosa, a pesar de poder y pretender desesperadamente serlo, tal vez porque en su interior no hayan cabido nunca todos los sueños del mundo y se ha perdido en los de su evanescencia ególatra narcisista. El otro no pide nada, no espera nada ni pretende ser nada, simplemente deja que su talento fluya con toda la naturalidad del mundo, con la misma sonrisa de pícaro que Don Alfredo. Por eso entre otras cosas Lionel Messi es el número 1 del mundo y por mucho tiempo, y Cristiano Ronaldo nunca llegará a serlo. Y es una lástima, porque es muy bueno, pero no tanto como él cree. En el reparto de papeles a Cristiano le ha tocado hacer de Salieri y a Lionel por supuesto, de Mozart.

Pelé lo define muy bien: "Para mí Messi ha sido el jugador más regular en los últimos diez años. Se podría hablar de otros jugadores como Cristiano Ronaldo, que es un gran goleador. Me recuerda mucho a Ronaldo", remarcó Pelé, para añadir que "al final Cristiano Ronaldo logra goles y a Messi le ves dar asistencias y crear juego, además de marcar goles. Cristiano Ronaldo es un gran goleador pero en términos de jugador completo no hay ninguna duda de que Messi es el mejor".