La verdad es que no creo demasiado en la escritura. Empezando por la mía. Ser escritor es agradable… No. Agradable no es la palabra: es una actividad que no carece de momentos muy divertidos, pero conozco otras actividades aún más divertidas, divertidas en el sentido en que para mí es divertida la literatura. Ser atracador de bancos, por ejemplo. O director de cine. O gigoló. O ser niño otra vez y jugar en un equipo de fútbol más o menos apocalíptico. Desafortunadamente el niño crece, al atracador lo matan, el director se queda sin dinero y el gigoló enferma y entonces ya no te queda más alternativa que escribir.”
Casi siempre he creído, y aún sigo creyéndolo, que escribir prosa es de un mal gusto bestial. Y lo digo en serio. (…) En algún sentido creo que escribir prosa es volver a las labores de mi abuelo analfabeto. Es mucho más difícil la poesía. Las escenografías que te proporciona la poesía son de una pureza y de una desolación muy grande. Cuando juntas pureza y desolación el escenario se agranda automáticamente hasta el infinito y lo lógico es que tú desaparezcas en ese escenario y, sin embargo, no desapareces. Te haces infinitamente pequeño pero no desapareces” - ROBERTO BOLAÑO