Me odian y eso no tiene importancia, pero me obligan a odiarlos, y eso si que la tiene, decía Fuster. Últimamente se habla mucho de odio y se acusa a gente de odio, incluso con demasiada ligereza y no siempre con la razón por bandera. Hoy han detenido en Barcelona a un joven de 20 años por haber publicado tuits ofensivos sobre la muerte del Fiscal Maza y también por amenazas al señor Millo, nada que decir, parece correcto y no hay nada que objetar, esta persona se ha comportado como un miserable, pero si bien es condenable el hecho de amenazar al Sr. Millo, los tuits ofensivos sobre la muerte del Fiscal Maza serían más discutibles, o al menos no se han perseguido otros delitos o presuntos delitos de odio con tuits ofensivos similares, como cuando la muerte de Muriel Casals, el accidente de Germanwings o contra el Presidente Puigdemont y la catalanofobia en general, entre otros, e incluso el 'a por ellos' se puede considerar un acto de odio. Son todos actos de odio que no han sido perseguidos por el Ministro Zoido, rarito que es el Ministro del Interior, que sólo persigue los delitos de odio que le conviene e interesa, y omite condenar y actuar contra los otros, y por lo tanto prevarica, conscientemente, cínicamente. No se puede esperar nada bueno de esta gente, que han hecho de la manipulación y la mentira un arma de uso diario y masivo, que genera odio.
El odio es definido como un sentimiento de profunda antipatía, disgusto, aversión, enemistad o repulsión hacia una persona, cosa, o fenómeno, así como el deseo de evitar, limitar o destruir a su objetivo. El odio se describe con frecuencia como lo contrario del amor o la amistad; otros, como Elie Wiesel, consideran a la indiferencia como lo opuesto al amor. El odio no es necesariamente irracional o inusual. Es razonable odiar a gente u organizaciones que amenazan o hacen sufrir, o la supervivencia de las que se opone a la propia, o sea que no tengo tan claro hasta qué punto el Gobierno acusa de odio básicamente a quienes no comulgan con ellos y su discutible manera de pensar y actuar.
Todo esto del odio, del delito de odio viene a raíz de la ley mordaza perpetrada después del 15-M, que de hecho, da patente de corso al Estado para actuar impunemente contra todo el que discrepe de su discurso o simplemente le moleste, y es preocupante porque recorta no ya la libertad de expresión sino derechos y libertades fundamentales de los ciudadanos, que quedan indefensos ante esta obscena maquinaria de represión orwelliana.