- A veces mil sonoros instrumentos - acarician mi oído; otras, mil voces.
El rostro del Salvaje se iluminó con un súbito placer.
- ¿También le ha leído? - preguntó -.Creía que nadie sabía de este libro en Inglaterra.
- Casi nadie. Soy yo uno de los poquísimos. Està prohibido. Pero como yo hago aqui las leyes, puedo también quebrantarlas. Impunemente míster Marx - agregó volviéndose hacia Bernard -, pero me temo que usted no pueda hacer otro tanto.
Bernard se sumió en un estado de mayor abatimiento aún.
- Pero, ¿por qué està prohibido? - preguntó el Salvaje.
Con la emoción de haber hallado un hombre que había mleído a Shakespeare, olvidaba momentáneamente todo lo demás.
El inspector se encogió de hombros.
- Porque es viejo; tal es la principal razón. Y aquí no usamos cosas viejas.
- ¿Aún cuando sean bellas?
- Sobre todo cuando son bellas. La belleza es atractiva, y no queremos que el pueblo se sienta atraído por las cosas viejas. Queremos que le gusten las nuevas....

- ¿Por qué ho hacen que lean, mejor, Otelo?
- Ya se lo dije: es viejo. Por otra parte tampoco,lo entenderán.
Sí, era verdad. Recordó que Helmholtz se había leído Romeo y Julieta.
- Bueno - dijo tras una pausa -, entonces algo nuevo que se parezca a Otelo y que puedan entenderlo. ¿Por qué no?
- Porque nuestro mundo no es el mismo que el de Otelo. No se pueden hacer automóviles sin acero, y no se pueden hacer tragedias sin inestabilidad social. El mundo es estable ahora. las gentes son felices; tienen cuanto desean. y no desean nunca lo que no pueden tener. Están a gusto; están seguras; nunca están enfermas; no tienen miedo a la muerte; viven en una bendita ignorància de la pasión y la vejez; no están cargados de padres ni madres; no tienen esposas; ni amantes que les causen emociones violentas; están acondicionados de tal suerte que, prácticamente no pueden dejar de comportarse como deben de producirse. Y si cualquier cosa no anda bién, ahí está el soma, que habéis arrojado lindamente por la ventana en nombre de la libertad míster Salvaje. ¡La libertad? - rió -¡Esperar que los Deltas sepan lo que es la libertad! ¿Y ahora esperar que comprendan Otelo! ¡Pobre infeliz!