Era una noche dantesca. Rayos y truenos acompañados de una lluvia persistente y una molesta niebla impedían distinguir la visibilidad más allá de cuatro o cinco metros.
Una noche para quedarse en casa tranquilamente en vez de ir por la carretera, se decía el hombre que conducía el automóvil. Iba despacio, como conductor experimentado que era, sabía de los riesgos de la carretera en estas condiciones, pero tenía ganas de llegar a su punto de destino. Apenas le quedaba un centenar de kilómetros y conocía bien la ruta, por lo tanto, tanto solo era cuestión de ir con cuidado - se dijo - y más o menos dentro de una hora y cuarto estaría en su casa. Dos meses fuera era demasiado tiempo y tenía ya ganas de volver a ver a su mujer y sus hijos.
Iba dando vueltas a estos pensamientos, cuando a pesar de la oscuridad y la niebla, antes de llegar a la doble curva la vió. Era muy difícil no ver a una chica rubia y angelical, envuelta dentro de un vestido de novia de gasa y que a pesar de estar empapada, resplandecía con una extraña fosforescencia. Redujo la velocidad del automóvil y se detuvo a su lado. La chica era muy bonita y le sonreía.
- ¡Buenas noches! - le dijo - gracias para detenerse. Le importaria acercarme al pueblo más próximo, es que ha habido un accidente después de la curva, una pareja de novios se ha despeñado en su coche, una enorme piedra se ha desprendido y està en medio de la calzada, no han podido evitarla y han chocado contra ella, creo que han muerto los dos.
El hombre palideció, empezó a sudar gruesas gotas de sudor frio, habia oido explicar tantas veces esta historia, y nunca se la había creído. Tonterias, decía, pero ahora, tenía a la chica allí, mojada y vestida de novia.
No sabía que hacer, pero finalmente se decidió ...
- Suba, la acercaré al pueblo más próximo, está a un par de kilómetros de aquí.
La chica se sentó en su lado.
- ¡Gracias, es usted muy amable, me llamo Alba, ah! Y vaya con cuidado al llegar a la curva, recuerde que hay una piedra en medio de la carretera, si pasa por el lado izquierdo le será más fácil esquivarla.
El hombre arrancó el automóvil suavemente y, en efecto, en llegar a la curva y tal como le había dicho a la chica en medio había la piedra, detuvo el vehículo, bajó y dio una ojeada en su entorno, pero no había ninguna señal de accidente ni del supuesto vehículo, ni de los supuestos novios.
Se sonrió. De hecho era lógico, del accidente que hablaba la chica vestida de novia ya hacía tiempo, mucho tiempo. En darse la vuelta para volver en el coche, la chica había desaparecido. No le sorprendió tampoco, siguiendo el hilo de la historia era incluso lógico. Al volver a subir al automóvil se dio cuenta que ni tan solo el suelo del coche, ni el asiento donde se había sentado la chica, estaban mojados. ¡Uf! - pensó - nunca más me reiré cuando me expliquen historias de éstas.
Arrancó el vehículo y llegó hasta el pueblo, tenía avisar de la piedra a fin de que la sacaran, el detalle de la chica, lo omitió. Porqué lo tenía que decir, tampoco le creerían, como mucho conseguiría intercambiar alguna mirada de complicidad con alguno de los ocupantes habituales del bar y nada más. Aprovechó ya que estaba en el Bar para llamar a su compañera y avisar de su retraso. Tomó un café y continuó su camino. La niebla estaba escampando poco a poco y la visibilidad había mejorado bastante, apretó un poco más el pedal del gas, tenía una larga recta por delante que le permitiría recuperar parte del tiempo perdido.
Al llegar al final redujo la velocidad y al entrar en la curva, el coche al pisar una mancha de aceite y después de dar varías vueltas como una peonza se precipitó por un barranco. Al llegar abajo, el automóvil era ya un montón de hierros retorcidos y el hombre estaba moribundo.
El hombre palideció, empezó a sudar gruesas gotas de sudor frio, habia oido explicar tantas veces esta historia, y nunca se la había creído. Tonterias, decía, pero ahora, tenía a la chica allí, mojada y vestida de novia.
No sabía que hacer, pero finalmente se decidió ...
- Suba, la acercaré al pueblo más próximo, está a un par de kilómetros de aquí.
La chica se sentó en su lado.
- ¡Gracias, es usted muy amable, me llamo Alba, ah! Y vaya con cuidado al llegar a la curva, recuerde que hay una piedra en medio de la carretera, si pasa por el lado izquierdo le será más fácil esquivarla.
El hombre arrancó el automóvil suavemente y, en efecto, en llegar a la curva y tal como le había dicho a la chica en medio había la piedra, detuvo el vehículo, bajó y dio una ojeada en su entorno, pero no había ninguna señal de accidente ni del supuesto vehículo, ni de los supuestos novios.
Se sonrió. De hecho era lógico, del accidente que hablaba la chica vestida de novia ya hacía tiempo, mucho tiempo. En darse la vuelta para volver en el coche, la chica había desaparecido. No le sorprendió tampoco, siguiendo el hilo de la historia era incluso lógico. Al volver a subir al automóvil se dio cuenta que ni tan solo el suelo del coche, ni el asiento donde se había sentado la chica, estaban mojados. ¡Uf! - pensó - nunca más me reiré cuando me expliquen historias de éstas.
Arrancó el vehículo y llegó hasta el pueblo, tenía avisar de la piedra a fin de que la sacaran, el detalle de la chica, lo omitió. Porqué lo tenía que decir, tampoco le creerían, como mucho conseguiría intercambiar alguna mirada de complicidad con alguno de los ocupantes habituales del bar y nada más. Aprovechó ya que estaba en el Bar para llamar a su compañera y avisar de su retraso. Tomó un café y continuó su camino. La niebla estaba escampando poco a poco y la visibilidad había mejorado bastante, apretó un poco más el pedal del gas, tenía una larga recta por delante que le permitiría recuperar parte del tiempo perdido.
Al llegar al final redujo la velocidad y al entrar en la curva, el coche al pisar una mancha de aceite y después de dar varías vueltas como una peonza se precipitó por un barranco. Al llegar abajo, el automóvil era ya un montón de hierros retorcidos y el hombre estaba moribundo.
Una figura fosforescente apareció flotando por encima del vehículo. Iba vestida de novia y su vestido estaba empapado. Era rubia y angelical, pero ahora sonreía cínicamente.
Estúpido - le dijo - no te creas nunca las historias fantásticas que explican sobre apariciones. Suelen ser falsas.... Imaginaciones de la gente...... Leyendas urbanas.
Y su risa gutural y fantasmagórica resonó en medio del silencio de la noche.Estúpido - le dijo - no te creas nunca las historias fantásticas que explican sobre apariciones. Suelen ser falsas.... Imaginaciones de la gente...... Leyendas urbanas.
3 Comentarios
Ayyyy! me quedé con los pelos de punta!!!
ResponderEliminarQue final tragico!!
Me gustó muchisimo el cuento.
no podia acabar bién, es un anti cuento sobre la leyenda Urbana de la novia en la curva de la carretera que evita un accidente. La sabes? sinó por la tarde te la explico en un correo que ahora dentro de poco tengo que irme, voy a ver a mi padre.
ResponderEliminarNo habia leído tu respuesta!
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