Hoy, en mi habitual y –diría yo–heroico intento de aportar luz en la oscuridad, escribe John Carlin, les voy a dar unas pistas para ayudar a medir el grado de fascismo que, según dicen muchos, anda suelto por el mundo. He encontrado varias definiciones de las características principales de dicha ideología. Mis principales fuentes son: un póster vendido en el Museo del Holocausto de Nueva York, el escritor y filósofo Umberto Eco y ChatGPT.
Tras un proceso de ponderada destilación, he reducido a 18 las señales de fascismo que los tres aducen. Propongo que ustedes piensen en algunos de los países a los que se acusa de ser fascistas –por ejemplo, las dos grandes potencias nucleares– y vean cuántos de los 18 puntos se corresponden con cada uno de ellos. El país ganador, el más facha de todos, sería el que más puntos sume. Intenten ser lo más imparciales posible. Al final les ofreceré mi candidato preferido.
¿Listos? Vamos allá.
1. Autoritarismo: poder concentrado en un líder o en un grupo fiel al líder; “el Estado soy yo”.
2. Populismo: conseguir el poder y conservarlo apelando a las emociones, no a la razón, ofreciendo respuestas deliciosamente vengativas, no necesariamente prácticas, a la frustración o al resentimiento social.
3. Desdén por los derechos humanos: crueldad; cero conciencia de la humanidad de los que no pertenecen a tu tribu política, nacional, religiosa o racial; si no eres de los míos, o representas lo que percibo como una amenaza, puedo acabar con tu vida como si fueras una hormiga.
4. La ley de la jungla: no existe una Constitución legal, existe la fuerza y punto; obsesión con el crimen y el castigo; detenciones arbitrarias o, in extremis, asesinatos políticos, con el fin de debilitar o de eliminar a la oposición.
5. Machismo y militarismo: fascinación freudiana por las balas, los rifles o los misiles; el soldado como expresión suprema del amor patrio; obsesión con la seguridad nacional.
6. Paranoia: estado de alerta permanente; hay enemigos por todas partes; si no estás conmigo, estás contra mí; convencimiento de que casi todos, dentro o fuera del país, te quieren arrebatar el poder.
7. Obsesión con las teorías de la conspiración: concibes la vida política como una sucesión de complots y crees que todos los demás hacen lo mismo y piensan igual.
8. El miedo como instrumento de persuasión: la jugada más infalible; identificación de enemigos internos o externos como elemento unificador; si no existen, se inventan.
9. Compadreo mafioso: el capo y sus compinches, a veces llamados “oligarcas”, conspiran para enriquecerse; la corrupción es endémica.
10. Nacionalismo: competencia agresiva con otros países, habitualmente países vecinos; afición por las banderas y los himnos.
11. Control de los medios: censura; temor a la verdad; afición a la mentira; alimentar el poder con la confusión; cuanto más desinformado el pueblo, cuanto más ignorante, mejor.
12. Desdén por los intelectuales: los “expertos” no son de fiar; la ciencia es opinable; la literatura y las bellas artes son para maricas.
13. Sexismo, homofobia o transfobia: las mujeres, seres débiles ergo inferiores, que se queden en su sitio; viva el prejuicio, abajo a la diferencia sexual; si no compartes mis afinidades, siento por ti una mezcla de miedo y odio.
14. Rechazo a los principios liberales de la Ilustración: en contra de la defensa de las libertades individuales, de la tolerancia o el respeto por los que piensan diferente, de todo lo que es cuestionar el poder.
15. Culto a la tradición: nostalgia por un paraíso perdido; promesa de que volverán los buenos tiempos; obsesión con los símbolos; celebraciones fastuosas de triunfales episodios históricos, típicamente bélicos.
16. Elecciones fraudulentas: en hipócrita homenaje a la democracia, se permite que la gente vote, pero solo por candidatos designados, y los resultados se deciden “arriba”, independientemente de los números.
17. El diálogo es traición: con el enemigo, o el mero rival político, no se habla, no se negocia, porque no es del todo humano, habla otro idioma y solo busca tu aniquilación.
18. Culto al líder: adoración por una figura que encarna la patria y expresa la voluntad de sus seguidores; él, solo él, es el que nos protege contra el mal; fe ciega en que todo lo que dice es verdad, que todo lo que hace está bendecido por Dios, para la gloria eterna.
¿Cómo lo ven? Según mi pequeña lista, ¿quién o qué institución o qué país cumple más fielmente los requisitos del fascismo? Para mí, desde la frialdad más absoluta, gana la Rusia de Putin. Le doy un 17. Solo le falta lo del desdén por los intelectuales. A Estados Unidos le queda recorrido, pero (12 puntos, calculo) anda en buen camino.
¿Se les ocurren más? ¿Quizá algún partido político que no haya llegado todavía al poder, pero lo oyen y lo ven, rugiendo en el horizonte como King Kong? Sospecho que no faltarán varios candidatos más para la mayoría de los lectores que hayan llegado hasta aquí.
Una última observación: el denominador común de todas las características fascistas que he enumerado es el tribalismo, nuestro impulso social más primitivo, quizá nuestro pecado original.