DE LA TIERRA Y QUIÉN LA CULTIVA



Los campesinos son el 1% de la población y cobran el 40% de los presupuestos públicos europeos. Esto se llama poder político desmesurado y no parece que lleve camino de cambiar pronto ". No lo digo yo, lo dice el economista Sala Martín, y es cierto. La pregunta es: ¿Nos podemos permitir el lujo de tener campesinos que derrochan el agua de todos?, Plantan lo que no deben hacer en muchos casos (sólo porque está subvencionado) o tocan los pimientos manifestándose y cortando carreteras, por más razón que tengan en quejarse de los precios que les pagan los mayoristas. Puede ser que empiezan a plantearnos en serio.

Parecería que la lógica y también el sentido común, nos llevarian a la conclusión que quizás en la Comunidad Europea en general no nos podemos permitir el lujo de tener y mantener a nuestros agricultores, que al no ser rentable su trabajo y el producto que cultivan más el agua que gastan y a menudo malgastan, sería más lógico dejarlo correr y adquirir estos productos alimentarios en general a los países del tercer mundo que mucho más lo necesitan que nosotros y nos pueden proveer los mismos productos a un mejor precio.
Entrar ahora en si este sería un comercio justo y si los productores recibirían la recompensa por su trabajo o se quedaría en manos de los intermediarios, es otra cuestión, pero lo comento para que no me sea reprochado, aunque esta queja también está presente aquí hacia las grandes centrales de compras de mercancías.
Pero entonces dejo la cabeza a lado, y pienso en los sábados cuando salgo a pasear con la bicicleta. Me gusta bajar por la orilla del rio Ripoll hasta Ripollet o Montcada y veo a los jubilados que tienen sus huertos donde cultivan de todo, y donde cada uno de ellos es un sabio entendido en la materia y el del lado no entiende nada, y viceversa, y me detengo a comprarles tomates, lechugas o lo que proceda según el tiempo.

Cultivar la tierra es mucho más que una distracción de jubilado, es este sentido de arraigo que tenemos en pisar esta tierra, esta sensación que es nuestra madre que nos ha alimentado durante siglos. Y no es ésta una visión bucólica, sinó realista de la necesidad del hombre de sentirse como los árboles y las plantas arraigado en su propia tierra.
Me temo que la comunidad Europea no es consciente de la problemática de la gente del campo, y no enfoca las dificultades que hay para que se puedan solucionar los problemas de los agricultores de la manera correcta. No todo se arregla con subvenciones aleatorias, que acaban generando una cierta acomodación y adaptación momentánea, pero sin visión de futuro, y si bien es cierto que quizá algunos sectores como el de la avellana son ya insostenibles y se han de dejar morir por onerosos, la percepción es que se debería cuidar más la gente de la tierra, estudiando que conviene y es necesario sembrar y donde, según las características del terreno. De hecho la gente de la avellana hace mas de doce años ya se les dijo que no podían seguir y se les dieron soluciones alternativas pero no hicieron caso de la administración, y pese a no confiar uno demasiado en la administración, en este caso creo tenían y tienen toda la razón.
No soy entendido en la materia, a pesar de haber nacido en el campo, soy hombre de ciudad, pero quizá habría que escuchar más a los campesinos, que seguro tienen y mucho que decir y ideas y soluciones a aportar para seguir haciendo lo que han hecho toda la vida, cultivar la tierra. Porque en el fondo, ellos representan la esencia de la vida humana, tan deformada por la vida en ciudad.

La tierra durante siglos nos lo ha dado todo, y no es justo ahora que le demos la espalda a ella y a quienes la trabajan, por comodidad o simplemente por intereses puramente económicos de la mundialización.

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