La comisión parlamentaria que estaba pasando sin pena ni gloria quedará para siempre en la memoria de la gente, sólo por la sandalia que exhibió - que no lanzó - David Fernández ante la cara de poker de Rodrigo Rato: Esta imagen refleja lo que ha sido la crisis propiciada por los Bancos, inmunidad y cinismo ante los ciudadanos. No le dijo Fernández a Rato, mírese al espejo y verá a un mafioso, ¡no! le llamó directamente: gángster. La expresión define muy bien el significado en el diccionario de estudios Catalanes de esta palabra, y cuadra a la perfección con el quehacer del Sr.Rato. Quiere decir pues que Fernández no amenazó ni insultó a Rato, simplemente le definió. Aunque, incluso los mafiosos o los gángsters tienen a su manera una cierta ética y unos ciertos principios, mientras que el Sr.Rato y los demás especímenes banqueros de su catadura, ni eso. 
Dicho esto, el gesto y la palabra del Sr. Fernández, más que un acto tabernario como dice la chusma periodística de Madrid, es una chiquillada, que ha conseguido el efecto al revés de lo que pretendía, al fin y al cabo sólo se habla de su gesto, y Rato que no dijo gran cosa a la comisión se fue como había entrado, inmaculado. 
Actos de este tipo, no son nuevos, es normal en los países musulmanes, lo hizo Kruschev en la Onu y creo que Xosé Beiras en el Parlamento Gallego, cuando Galicia era la finca de Fraga. Pero resulta que, es el tipo de acto que haría cualquiera de nosotros desde la barra del bar o ante la máquina del café del trabajo. Pero en el Parlamento, las cosas deben hacerse de otra manera, no es cuestión de perder las formas, es cuestión de saberlas mantener de manera inteligente. Decía Jabes: no es la pregunta, sino la respuesta la que incendia el edificio, y el Sr. Fernandez no supo hacer correctamente la pregunta que habría obligado a contestar al Sr.Rato.