Hay una muerte antes de la muerte, un dejarse ir, uno no despejarse lento y triste. Hoy por la mañana se me ha levantado el padre empeñado en que tenía frío, hoy que no hace, precisamente, si es que alguna vez lo hace, salvo cuatro días de invierno. A lo que iba, el Santiago tenía frío, le ha puesto en marcha la estufa Nuri y seguía teniendo frío, Vestido, con el batín y una mantita en las piernas.
Cuando he llegado de caminar y me he encontrado con este panorama, le he cogido y me lo he llevado a pasear (me ha costado convencerlo), hemos ido hasta el bar de los chinos que hay en la calle de Francesc Layret donde da el sol. Allí mi padre ha tomado un cortado y yo un café horrible, - que esto es lo que debería perseguir el Fiscal General -, y hemos hecho tiempo hasta la hora de comer, y se estaba muy bien este miércoles al sol en un día soleado y calmado cuando al viento, hoy que hay puré de patatas y solomillo con ajo frito, que como a él no le gusta dice que está duro a pesar de ser tiernísimo. ¡Ay señor! que vamos de hartos. Y mañana será otro día, en que tal vez el Santiago, hijo del Luis de l'oli y na Maria de Can cotillaire se levantará un poco más animado.
Esto de la vida es como los aviones, cuando despegan (al comenzar) lo hacen en un momento, y en cambio a la hora de aterrizar tardan una eternidad antes no tocan el suelo, van bajando lentamente, no en caída libre, sino cayendo poco a poco hasta llegar al final, que no por sabido y previsto deja de ser triste y deprimente.
uno aterriza, ameriza o lo que sea, lo trágico es hacerlo solo, desheredado de amor, rodeado de recuerdos y de fantasmas
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tu, a la vera, tu a la vera, que el aterrizaje será como debe ser, un paso que todos debemos dar
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un abrazo
Vamos haciendo lo que podemos, y debemos Omar.
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