En el fondo, no somos gran cosa mas que transeúntes estupefactos, carne de paso perdida en medio de las dudas y vacilaciones de la corta y a la vez larga existencia de los aprendices de humanos que pretendemos ser, o mejor dicho, nos han obligado a ser nuestros progenitores, a quienes no podemos reclamar por el hecho inconsciente de habernos traído aquí. Reproducirse lo hace cualquier animal con toda naturalizad por el mero hecho de perpetuar la especie, lo cual da poco mérito y menos épica al hecho de ser padre. Aunque eso no puede uno decírselo al suyo, si ha deambulado 97 años por aquí abajo y ha sido incapaz de entenderlo, como tu...., como yo.
Quizás Emily Dickinson tenia la respuesta...
La vida es un instante entre dos llantos.
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