Pablo Iglesias en un artículo de opinión en 'el periodico' hace una interesante y afortunada comparación de la situación de su partido, con un encuentro de baloncesto en sus cuatro tiempos. No se si se da cuenta el Sr.Iglesias, que en España, en baloncesto terminan ganando casi siempre el Madrid (PP) o el Barça (PSOE), o al revés.
Siempre digo que para entender la política es mucho más útil el baloncesto que el fútbol. Es lógico que el fútbol genere más pasiones: allí es más frecuente ver a un equipo débil derrotar a uno fuerte o asistir a la genialidad de un jugador que resulta decisiva en un encuentro. En el fútbol la sorpresa aparece con cierta frecuencia. Por el contrario, en el baloncesto, como en la política, los márgenes son mucho más estrechos. Por eso es tan importante tener tomada con precisión la medida de tus fuerzas y de las del adversario a la hora de diseñar las estrategias para ganar.
Si midiéramos el desarrollo de Podemos con los tiempos de un partido de baloncesto podríamos decir que, en el primer cuarto, sorprendimos con un juego irreverente a un adversario que nos ignoraba. Nuestro discurso era como aquellos triples imposibles de Navarro y acabamos la campaña de las europeas con 5 eurodiputados y 1,2 millones de votos que nadie se esperaba. Durante el segundo cuarto nuestros adversarios cometieron el error de subestimarnos -¿recuerdan al gurú Arriola llamándonos frikis?- y seguimos anotando con comodidad. Sin embargo, en el tercer cuarto, las élites dieron la voz de alarma -¿recuerdan al presidente del Banco Sabadell diciendo que hacía falta unPodemos de derechas?- y las cosas cambiaron. Salió el quinteto titular del adversario y empezamos a sentir cómo se trata a los novatos en la NBA: codazos, empujones, juego sucio, insultos al oído –la portada de ayer en El Mundo es un buen ejemplo de ese tipo de juego- y los árbitros sin querer ver nada, al tiempo que se nos empezaban a notar el cansancio y los nervios.
Sin embargo, hemos empezado el cuarto definitivo recuperando nuestro juego. Los medios reconocen que “hemos vuelto” (aunque solo ellos pensasen que nos habíamos ido) y según avanza esta campaña se nos ve más cómodos y seguros. No sólo llenamos los mítines, además situamos bien los mensajes y estamos colocando a los adversarios en el lugar que nos conviene. De hecho, es muy posible que esta campaña se nos quede corta y sea sólo el preámbulo de la decisiva en las generales.

El domingo por la noche se verá cómo ha ido el cuarto tiempo de su partido .... ¿Podrán?