CAGAR EN EL TEMPLO DEL CIELO


En este lugar maloliente, hace fuerza el más cobarde y se caga el más valiente, decía el filòsofo John Mcarra, autor inmortalizado en las puertas de los lavabos públicos. Y de lavabos o vaters va la noticia: 

Los baños públicos de China tienen mala fama. Una mala reputación debida no sólo a sus discutibles condiciones higiénicas, sino porque muchos de ellos no están equipados con papel higiénico y sus usuarios tienen que llevarse su propio rollo de papel cuando quieren ir al servicio. Una situación especialmente comprometida en los lugares turísticos y que desagrada a las autoridades, que consideran que proyecta una mala imagen del país.
Detrás de esta situación se encuentran los denominados ladrones de papel higiénico. Un colectivo anónimo, integrado en la mayoría de los casos por residentes locales, normalmente de edad avanzada, que aprovechan el suministro gratuito de papel en los baños de los lugares turísticos para abastecerse y llevarse rollos enteros a su domicilio.

Ahora, las autoridades de Pekín han dicho basta y están dispuestas a acabar con esta situación endémica, para ello han optado por recurrir a la tecnología. De manera experimental, han decidido instalar unos identificadores faciales que racionan la cantidad de papel higiénico a cada usuario en el Templo del Cielo, uno de los lugares más bellos y emblemáticos de la capital china y que atrae numerosos visitantes, tanto locales como extranjeros.
Los responsables municipales han colocado, de momento, 6 dispensadores automáticos de papel higiénico en los baños públicos de este concurrido parque situado al sur de Pekín, donde numerosos vecinos se dedican a hacer tai-chi, ejecutar bailes o simplemente pasear. Muchos de ellos son los mismos que hasta ahora aprovechaban para llevarse los rollos de papel que desde hace diez años depositaban rigurosamente los servicios del Ayuntamiento. "En muchas ocasiones, en tan sólo 20 minutos ya se ha acabado el papel", señaló un empleado de la limpieza a la agencia de noticias Sina.

A partir de ahora, sin embargo, ya no podrán hacerlo. Desde hace unos días, todo aquel que vaya en el inodoro en este parque debe pasar primero por un escáner, mirar fijamente la máquina durante unos pocos segundos y esperar 30 segundos más hasta que el dispositivo libera un papel de 60 centímetros, ni uno más ni uno menos. Y si el usuario intenta repetir la operación, la máquina le advierte que tendrá que esperar nueve minutos.

Los Chinos que son eficientes lo tienen todo previsto: "Si nos encontramos con una persona que tiene diarrea o cualquier otra situación de emergencia, puede pedir ayuda a nuestro personal sobre el terreno que le proporcionará directamente el papel higiénico", explicó en el su momento un portavoz del Templo del Cielo en el diario Beijing Evening News. Claro que la diarrea tiene el problema que es urgente, que apremia y no se yo si da tiempo a ir al personal a pedir un rollo de papel higiénico, puede darse el caso de que cuando te lo den le digas: ya no es necesario, mientras el PIB baja lentamente por tu pierna gracias a la fuerza de la gravedad.

Los impulsores de este proyecto confían en que a través de su iniciativa acabarán con los ladrones de papel higiénico y contribuirán a mejorar la imagen de los servicios públicos chinos. Es un objetivo que el Gobierno se marcó en 2015 y que prevé la construcción o renovación de 100.000 baños públicos hasta 2020. En este proyecto prevé gastar alrededor de 2.000 millones de euros para situar los sanitarios del país al nivel de los estándares internacionales y equiparlos con televisores, wifi, cajeros automáticos y hasta sofás, según publicó el diario China Daily. Toda una revolución de los inodoros está en marcha en China.

Hay cosas que sólo pueden pasar en China o en Japón, y es que hay muchos chinos y chinas en China y todos y todas deben cagar, pa mear y no echar gota.

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