En 1982 Manuel Summers echó a los cines una cinta delirante, To er mundo é... ¡mejó!, grabada con cámara oculta y donde algunos incautos eran capturados en la calle a lazo para generar momentos absurdos. Dos de ellos tenían que improvisar unas falsas maniobras militares que consistían en placar la psicología del enemigo. Situados catastróficamente frente a la valla del Peñón, con la rojigualda al hombro y una escoba de palma a modo de mosquetón, gritaban: "¡Gibraltar, español! ¡Gibraltar, español!". La escena es un deshueve. A estos pobres hombres se les exigía mostrar su inflamación de patria para poder seguir con sus trabajo.

Andan ahora los del Gobierno patrio con el asunto del Brexit, otra vez reivindicando Gibraltar para España, y eso que como decia hoy Antón Losada, no estamos en Agosto que es cuando suele salir la puntual noticia de la reclamación cada año. Ignoran, o no se acuerdan del tratado de Utrecht  (que lo firmaron sus antecesores en la cosa esta de mandar) y en el que Gibraltar era para La Gran Bretaña, mientras Catalunya se quedaba en España y perdía sus derechos como país.
Todo este jaleo sobre el peñón no és más que como en la cinta de Summers, un cachondeo, un sainete y una perdida de tiempo recurrente, sabiendo como saben que los llanitos no quieren ser españoles ni de coña, y los británicos con o sin Brexit tampoco estan por la labor.