Las colas en el aeropuerto del Prat debido a la huelga de celo previa no reconocida a la huelga de verdad de los empleados de seguridad del aeropuerto son la última, o la penúltima, que no se sabe, antes de llegar el 4 de agosto donde dicen harán huelga y aún será peor. 
Volar no es un placer, volar es hacer colas, y por tanto, perder el tiempo: en el 'check in', en seguridad, en la puerta de embarque, en pasaportes, en recogida de maletas. Según donde se vuela y según en qué aeropuerto, se dobla o se triplica la cola de los controles de seguridad. Los diferentes métodos de humillación de las compañías 'low cost' a cambio de billetes baratos añaden incomodidad a las esperas. Por no hablar de la 'overbooking', de cláusulas abusivas, de retrasos, de falta de respeto, de abusos en nombre de la seguridad según donde se vuela, según quien te interroga, según el país de la compañía.

Por cierto que recibo unos correos de Ryanair en que me dicen he sido agraciado con 2.000 euros para viajar donde quiera, entiendo es un intento de estafa y han sido borrados, aunque con el Sr. O'Leary nunca se sabe qué le puede pasar por la cabeza.

En el fondo, la culpa la tenemos los pasajeros, que aceptamos procesos de seguridad que en ocasiones no tienen ni pies ni cabeza, que en nombre del precio damos por buenos los abusos de las 'low cost', que hemos interiorizado que volar barato es indigno y que, por tanto, la dignidad y cierta comodidad en un avión se pagan a precio de oro. Y que hemos habituado gestores y trabajadores de empresas públicas a ser pacientes rehenes de sus conflictos laborales. Total, las colas nos salen mar de ordenadas, borreguiles como somos.
Más que un placer como lo era antes, volar se ha transformado en un suplicio, donde transportados y tratados como ganado, hacinados por los aeropuertos, maltratados, lo soportamos todo en nombre de no se sabe muy bien qué. Quizás también aquí ha llegado la hora de la revuelta y tomar el atajo a la hora de embarcar, por derecho o por encima de estos controles de seguridad que no aseguran nada y si molestan y mucho. Un día de estos habrá más que disturbios y entonces será un rasgarse las vestiduras colectivo.