El alcohol está tan presente en nuestras vidas -en el bar, en las fiestas, en las estanterías del supermercado- que se nos suele olvidar lo peligroso que es. Como se ha señalado en más de alguna ocasión, el alcohol es la droga más peligrosa, por encima incluso de la heroína o la metanfetamina, cuando en la balanza se ponen los daños sociales que ocasiona su consumo.
Pero incluso si quitáramos de la ecuación los accidentes y la violencia que genera el uso del alcohol, los daños individuales tampoco son desdeñables. Digámoslo de una vez: el alcohol es nocivo incluso en pequeñas dosis (la “cervecita” o la “copita” de vino para cenar). Y lo es porque es tóxico, por mucho que lo utilicemos profusamente como lubricante social, posiblemente su mejor aplicación.
El psiquiatra británico David Nutt, antiguo asesor en materia de drogas del gobierno inglés, es la cabeza pensante detrás de un proyecto que busca crear moléculas de “alcohol sintético”, capaces de replicar los efectos placenteros del alcohol pero sin la toxicidad de éste. En otras palabras, Alcarelle, que es como se llama la empresa, quiere hacer realidad la quimera de la borrachera sin resaca:
“En otros 10 o 20 años, las sociedades occidentales no beberán alcohol salvo en raras ocasiones”, asegura en una entrevista con IB Times. “Los alcosynth [alcoholes sintéticos] serán la bebida predilecta, del mismo modo que los cigarrillos desaparecerán reemplazados por cigarros electrónicos”.
Aunque la predicción pueda parecer descabellada, los datos confirman que cada vez bebemos menos. Este grafico muestra la evolución del consumo de bebidas alcohólicas de los españoles en los últimos cincuenta años: de media consumimos unos 46 litros de alcohol al año, menos de una tercera parte de la cantidad que tomábamos en los años ochenta, cuando el consumo tocó techo. Y si no se desploma aún más es porque los recalcitrantes -nacidos mayoritariamente antes de 1980- siguen fieles a su copita diaria y su melopea semanal.
A pesar de todo nos gusta beber. Y es que buena parte de la socialización humana se hace alrededor del consumo de alcohol. Pero es tóxico. Si se descubriera hoy, las autoridades dudosamente permitirían su exhibición en los supermercados o la tenencia en casa de una pequeña cantidad.
Alcarelle ha identificado un puñado de sustancias sintéticas que pueden ser utilizadas para reemplazar el alcohol, brindando los efectos lubricantes del alcohol en una bebida sabrosa pero inocua para el hígado, el corázon, las arterias y el cerebro. Lo dicho: una quimera.
En Reino Unido, país que lidera el proyecto Alcarelle, el 85% de los adultos consume regularmente alcohol, generando un daño de 30.000 millones de euros a la economía británica en tres grandes partidas: gastos médicos, policiales y absentismo laboral.
David Nutt y su colega David Orren, los dos socios de Alcarelle, están buscando los 7 millones de libras que necesitan para comercializar la bebida en Reino Unido, Europa y Norteamérica. El gobierno chino también ha mostrado interés en el proyecto, en un “intento desesperado” de revertir el daño que el alcohol está produciendo en su fuerza de trabajo, afirma el artículo.
Alcarelle está orientado a consumidores de entre 18 y 25 años, que son más conscientes de su salud y consumen menos alcohol que adultos más mayores. El plan no es tanto recuperar a los alcohólicos sino prevenir la dependencia del alcohol por parte de los más jóvenes. - Noticia original en IB Times. Con información de Strambotic y Cadena SER.
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