Decía Martin Luther King que lo más lamentable de nuestro tiempo no son los crímenes de los malvados, sino el escandaloso silencio de las buenas personas.
La superficialidad es el único pecado.
Oscar Wilde, 'De profundis'
Es preocupante que haya un 2 % de psicópatas; pero lo realmente grave es que vivamos en una sociedad en la que los psicópatas, los megalómanos y los narcisistas tengan muchas más probabilidades que los demás de llegar a puestos de poder precisamente por su egotismo y su falta de escrúpulos. Y por el escandaloso silencio de las buenas personas. Porque no solo hay una banalidad del mal, como decía Hannah Arendt, sino también una banalidad del bien, que es su complemento dialéctico y su cómplice necesario.
Las personas sensibles al sufrimiento ajeno y partidarias de una mayor justicia social (lo que el Evangelio llama “gentes de buena voluntad”) son mayoría; pero, por una serie de razones que merecerían un estudio minucioso, esta bondad visceral rara vez va más allá de lo que se ha dado en llamar “buenismo”; es decir, rara vez va más allá de las buenas intenciones (esas buenas intenciones de las que está empedrado el camino del infierno, como decía Dante), rara vez da lugar a una actitud combativa o cuando menos asertiva.
No es lo más grave, siéndolo mucho, que en unas elecciones esperpénticas opten a la presidencia de la Generalitat el monstruo de Franconstein (hecho de trozos de cadáveres políticos), la prima boba de Cruela de Vil y un osito domesticado que baila al son del himno nacional español; lo más grave es que muchas buenas personas lo acepten sin rechistar.
Muchas, pero no todas. En Catalunya, al menos, hay unos tres millones de personas -las que votaron el 1-O y las que lo intentaron a pesar de la brutalidad policial- que no se instalaron en el buenismo ramplón del que otorga callando. En Catalunya, bendita sea, hay una mayoría no silenciosa con un arraigado sentido de la dignidad y una admirable capacidad de autoorganización, y no podrán acallarla ni la banalidad del mal ni su necia comparsa, la banalidad del bien.
Las personas sensibles al sufrimiento ajeno y partidarias de una mayor justicia social (lo que el Evangelio llama “gentes de buena voluntad”) son mayoría; pero, por una serie de razones que merecerían un estudio minucioso, esta bondad visceral rara vez va más allá de lo que se ha dado en llamar “buenismo”; es decir, rara vez va más allá de las buenas intenciones (esas buenas intenciones de las que está empedrado el camino del infierno, como decía Dante), rara vez da lugar a una actitud combativa o cuando menos asertiva.
No es lo más grave, siéndolo mucho, que en unas elecciones esperpénticas opten a la presidencia de la Generalitat el monstruo de Franconstein (hecho de trozos de cadáveres políticos), la prima boba de Cruela de Vil y un osito domesticado que baila al son del himno nacional español; lo más grave es que muchas buenas personas lo acepten sin rechistar.
Muchas, pero no todas. En Catalunya, al menos, hay unos tres millones de personas -las que votaron el 1-O y las que lo intentaron a pesar de la brutalidad policial- que no se instalaron en el buenismo ramplón del que otorga callando. En Catalunya, bendita sea, hay una mayoría no silenciosa con un arraigado sentido de la dignidad y una admirable capacidad de autoorganización, y no podrán acallarla ni la banalidad del mal ni su necia comparsa, la banalidad del bien.
La banalidad del bien - x Carlo Frabetti - La Haine
Texto completo:https://www.lahaine.org/la-banalidad-del-bien
via: arrezafe.blogspot.com
6 Comentarios
Cuando he leído "...(hecho de trozos de cadáveres políticos)..." he tenido que volver atrás pues me ha parecido el vivo retrato de Puigdemont. También he tenido que llegar a la mitad del texto para averiguar que lo firmaba un independentista pues me parecía justo lo contrario, jajajaja.
ResponderEliminarDel escandaloso silencio hablo mañana en mi blog.
Por cierto si no es "superficial" como apunta la cita de Dickens esa proclamación/no proclamación de la república catalana...
Un saludo.
FRABETTI es italiano de Italia. En cuanto a cadáveres políticos hay unos cuantos en estas elecciones. pero ojo, que a veces este muerto está muy vivo. Lo de la proclamación de la República és como el gato de Schrodïnger, o como diria Pau Donés, depende...
ResponderEliminarPero al menos el gato de Schrodïnger estaba vivo y estaba muerto, la república esa está muerta. RIP.
EliminarBueno, más que muerta esta defuncionada o en stanbd by, para largo tiempo, parece, aúnque con todo esto el guion se rehace demasiado a menudo y con giros inesperados. Habra que ver que sucede
EliminarFrabetti es italiano de Italia y más de Girona que la plaza 1-O
Eliminarno se gran cosa de él, me mandó el enlace un colega blogger, parece de la 'ceba' pero entiendo que afina bastante dentro de la utopía romántica sobre la independencia.
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