El ultimátum de Quim Torra a Pedro Sánchez es el más breve de los que se tiene noticia en Europa desde que los ultimatums se crean y se transforman. Ha durado menos de cuatro horas, más que la proclamación de la república, lo que es suficiente tiempo en la era de la información digital. Una era friki gilipuà a la que conviene irnos acostumbrando.

Torra, es un hombre que no vino a este mundo para ser diplomático, quiso salir vivo del debate en el Parlamento. Necesitaba un titular fuerte, después de sus declaraciones a favor de los CDR, y con la CUP al acecho; improvisando una vez más se envolvió con el ultimátum de Schrödinger, con 'la niña de los peines' y su banderita tocando lo que no suena, tenía que hacer algo sonado. Qué desastre, que mal todo, este hombre no puede presidir la Generalitat, vaya, ni la escala de donde vive, aún montaría un sarao allí también. Por cierto que el otro, el de las coles de Bruselas, parece ser que lo han propuesto para el Nobel de la Paz, o quizás sea para los IG Nobel.

No hay manera de echarlo a este becario Presidente, o exiliarle, sería bueno para todos, incluso para los propios. Ahora que poco a poco se van haciendo cosas, que Elsa Artadi viaja mucho a Madrid, al igual que Pere Aragonés, y que comienza a haber fisuras en el entorno más cercano a Torra, sería tal vez el momento de darle el pasaporte. Ayudaría que Junqueras no estuviera en prisión, en unas elecciones estoy seguro de que arrasaría, y es que este fue el mayor error del Gobierno o de los jueces, poner en la cárcel a los únicos que podían ayudar a pacificar y normalizar la situación, Aunque fuera sólo por el momento, un momento que puede durar trescientos años más.