UN ACTO DE AMOR


La Conferencia Episcopal critica la eutanasia, en palabras del secretario general del ente, Luís Argüello, asegurando que no "es nunca la solución". Este ha sido el posicionamiento de los obispos españoles después de que se haya reabierto el debate sobre la eutanasia a raíz del caso del hombre que ayudó a morir a su mujer que padecía esclerosis múltiple desde hacía treinta años. Sobre este hecho en concreto, Argüello ha querido dejar claro que en ningún caso estaba "pensando en prisión para nadie", sino un apoyo en todo lo que la muerte no sea la solución. Los obispos españoles, por el contrario, defienden los cuidados paliativos.
La pregunta que me hago es, ¿que tienen que ver los de la secta católica con la eutanasia?, ¿a alguien le importa su opinión?, una opinión que tiene la validez que tiene, o sea cero, otro trabajo tienen los de la sotana inmensa que ponerse en cuestiones humanas que no les corresponden.
El derecho a decidir acabar con la propia vida, no lo puede regular nadie, ni el Estado, ni la sociedad y menos aún la Iglesia, y no lo digo por el caso de Ángel Hernández, que de hecho más que eutanasia lo que ha hecho es un acto de amor hacia su mujer, el vídeo de los instantes finales de María José Carrasco, es de una emotividad, de una ternura que estremece, como le pregunta si quiere hacerlo, y ella asiente, le pone la paja en la boca para que sea ella la que beba el brebaje, y luego le coge la mano para escucharla, para notarla hasta su último aliento.
Y no es ahora tampoco el momento de revisar la ley que de hecho está pendiente de aprobar, que ya lo estaría si, si el Pp no hubiera puesto las garras encima. De todos modos, ya se sabe que no se puede legislar en caliente. Pero volviendo al tema. Desde el momento en que no hemos podido escoger el momento de venir aquí, el hecho de nacer, la inconveniencia de nacer, tenemos todo el derecho a decidir cuando acabar con nuestro viaje, sin que pueda interferir nadie, y menos que nadie la Iglesia Católica, por cierto, expertos en practicar la eutanasia a lo largo de su siniestra existencia.

Cioran se preguntaba de que servía nacer: A medida que uno acumula años, se va formando una imagen cada vez más sombría del porvenir. Es sólo para consolarse de estar excluido? Sí, en apariencia; no de hecho, ya el devenir siempre ha sido atroz, ya que el hombre sólo sabe poner remedio a sus males agravándose, de forma que en cada época la existencia es más tolerable antes de encontrar la solución a las dificultades del momento. Si, antes, ante un muerto me preguntaba: «¿De qué le sirvió nacer?», Hoy me pregunto lo mismo ante cualquiera que esté vivo.

Un poco pesimista si era el rumano, pero no iba desencaminado. La eutanasia se practica cada día en los hospitales, de manera discreta, disimulada, pero cada día; viví un caso personal: Un señor que había convivido con mi suegra sufrió un ictus, y quedó prácticamente vegetal. No tenía ninguna familia conocida y estuvo así dos años (mi suegra ya había muerto). El único contacto que tenían en el hospital era yo, un día me llamaron, insinuando que no tenían lugar y que como Antonio no tenía remedio, habían pensado suspender el tratamiento y darle paliativos, les dije que de acuerdo, Antonio, que últimamente ya no me conocía cuando la iba a ver cada domingo, habría estado de acuerdo. Cuando aún tenía cierta conciencia siempre me decía, Francisco sácame de aquí, y déjame en el suelo de cualquier campo, no quiero morir aquí ni quiero seguir viviendo de esta manera.
Hace cinco años hubo el caso de la madrileña Pilar García, que se suicidó a los 55 años, para evitar la agonía que le esperaba. Le dediqué este escrito 'NU', y en este poema 'MANIFIESTO' creo que dejaba bastante clara mi voluntad.
María José Carrasco ha cumplido su última voluntad, descanse en paz, una paz de la que no ha disfrutado en los últimos treinta años de su vida, si es que se podía decir así.

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