LA DEMOCRACIA Y LA IDIOCIA


En una entrevista en Cataluña Radio el pasado invierno, Pablo Echenique recordó oportunamente el origen de la palabra idiota, que en su raíz etimológica (del griego antiguo) no significa "tonto", sino "aquel que no se preocupa los asuntos públicos, sino sólo de los particulares". Para los padres de la democracia, por tanto, un idiota no era un corto de entendederas, sino el que vivía en la idiocia, en la gestión exclusiva de los propios intereses, despreocupado del bien común. Echenique se ponía él mismo como ejemplo de idiota entendido en este sentido originario, ya que su toma de conciencia política no se produjo hasta que fue mayorcito.

Es un tema importante porque uno de los motivos que explican la baja calidad de la democracia en España es la exigencia igualmente baja que aplican muchos ciudadanos. De ello son responsables muchos de gobernantes y líderes políticos de la Transición hasta hoy, que han fomentado entre la ciudadanía, tanto como han podido, la idea de que "la política" es algo que no es cosa suya, y que es mejor alejarse de él y delegarla (dejarla en manos) de los que saben, los que tienen derecho a despreciar pero no a interpelar ni a cuestionar. Es un pacto tácito: yo, político, me ocupo de estos asuntos ingratos y a menudo pesados ​​o áridos, a cambio de que tú me votes y, si quieres, te rías de mí, pero no me estorbes. En resumen: sé un idiota (en el sentido antiguo), que nosotros ya haremos y desharemos de acuerdo con los códigos, los sobreentendidos y las maniobras que son propias de la élite que formamos.
Para que los políticos, incluso a las democracias que decimos avanzadas, forman siempre una élite. Pero qué sucede cuando esta élite es particularmente desaprensiva o malintencionada? ¿Qué pasa cuando el ciudadano es relegado a la idiocia y se acomoda? Sucede que el sistema y la élite misma se corrompen, y que la idea del bien común se desvanece, sustituida por la del mero interés individual. Hannah Arendt trata en profundidad sobre la idiocia y los idiotas en 'La condición humana', un gran libro sobre la humanidad como hecho político y la política como hecho humano.
En España (como en Cataluña, como en Baleares) la etapa dicha democrática ha sido dominada por el fomento de la idiocia y la formación de idiotas (en el sentido antiguo). Desde la desmemoria de la Transición, que ha hecho que los que nacimos poco antes o después de la muerte de Franco hayamos tenido que esforzarnos por comprender qué significaron la Guerra Civil y la dictadura (nos presentaba la democracia como un estado natural y óptimo dentro del cual habíamos tenido la suerte de nacer y por el mejoramiento del que no era necesario que nos preocupáramos) hasta las políticas aculturadoras y antieducativas del PP, encaminadas sólo a estudiar para ganar dinero sin preocuparse de nada más. Hasta llegar a la eclosión del populismo de Ciudadanos (ahora seguido también por el PP y Vox), consistente en emitir mensajes puramente estomacales, que no admiten ningún análisis porque no la resisten, aptas para millones de idiotas (en el sentido antiguo, insistimos) felices de serlo.

LA DEMOCRÀCIA Y LOS IDIOTAS
SEBASTIÀ ALZAMORA - ara.cat

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