RECUPERAR LA LIBERTAD


La experiencia de dejar salir a partir de ayer a los niños acompañados de adultos, se saldó de manera desigual, en general la gente se comportó, pero hubo también zonas, sobre todo en las grandes urbes en que la gente mostró su peor cara y convirtió la salida de los niños en un sálvese quien pueda, unos junto a otros, sin mascarillas, sin respetar la distancia de seguridad, en resumen, unos irresponsables.
En estos tiempos extraños, encerrados en casa, alejados de amigos y familiares, sobre todo sin poder ver los nietos los mayores, los más perjudicados por activa y por pasiva por la pandemia. Separados de la calle y de la naturaleza, hemos tenido que cambiar los hábitos, reconsiderar comportamientos. Actos cotidianos que antes parecían una pura rutina o una nadería, cobran ahora una enorme importancia. como el hecho de salir un rato a pasear, o dejar que el sol nos acaricie mientras nos sentamos indolentes en un banco de algún parque. Y con la sensación de que aunque podamos volver a salir, ya nada será igual, queramos o no muchos de los hábitos que teníamos desaparecerán y habrá que adaptarse a una nueva manera de vivir.
El crecimiento, el consumo generalizado, las vacaciones y los viajes, la libertad de opinión y de información, la democracia y un largo etcétera configuraban una sociedad que no era perfecta, pero que, de lejos, era la mejor que había conocido la historia de la humanidad en términos sociales y económicos desde que el mundo es mundo. Crecíamos constantemente, viajábamos a cualquier lugar cuando más lejos mejor, teníamos coches cada vez más grandes y sofisticados, tecnología 5G a tocar. Todo en exceso, exceso en el consumo, en la constante incitación al récord y al impacto viral, a la obsesión por acumular likes o amistades en las redes, en la obligación de reinventarse constantemente como si con una vida no hubiera suficiente. Todo era exceso, la manía gastronómica, la obligación de viajar, la obsesión por la imagen física, la lucha contra el peso, las arrugas, los años. Deprisa, deprisa, tan deprisa que habíamos olvidado distraernos, que habíamos perdido el gusto por la pausa, la calma, corríamos sin parar coleccionando excesos, corríamos hacia ninguna parte, y de golpe, un virus microscópico se ha cruzado en nuestro camino cambiándolo todo. No tendremos más remedio que replantear nuestra vida como sociedad, y hacerlo toda una sociedad, no será una tarea fácil.

El señor de las medallas que decía que cada día era lunes y que se ve que ya no saldrá más en las insufribles ruedas de prensa en las que nos hacen tragar ruedas de molino, creo que estaba equivocado, cada día de estos 43 de confinamiento más bien ha sido domingo y domingo por la tarde, con sus insoportables veladas dominicales, pero ayer ..., ay, ayer, fue diferente, ayer mi calle y las calles de todos y cada uno de nosotros y vosotros, se llenaron de adultos acompañados de niños, la mayoría cogidos de la mano y manteniendo la distancia, con pocas excepciones negativas, y sinceramente era bonito, era tan bonito, con aquella 'joie de vivre' de los niños, que sólo ellos pueden transmitir, con patines, patinetes, bicicletas, skates, gozosos y alborotados ayer recuperaron la libertad, la libertad que les había sido estúpidamente arrebatada por un grupo de chapuceros con el síndrome de Peter Pan, ignorantes de la realidad que los rodea.
Si todo va bien, el sábado podremos recuperar la libertad los niños mayores, nuestra libertad, el sábado, que no el viernes que es festivo. Se admiten apuestas, pero mucho me temo que el viernes será ya un sálvese quien pueda, el acabose y el desideratum.

2 comentarios:

  1. A ver si es posible el que podamos salir los demás, a no ser que el comportamiento incívico de algunos que han ocupado las calles en manada -muchos sin mascarilla y sin guardar la debida distancia, sentados en el mismo banco y charlando entre ellos como si nada a menos de medio metro- nos lo impida. Si eso ocurre, volveremos como es costumbre a echar la culpa a otros.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  2. La realidad es que la gran mayoria se comportó, sólo en las grandes ciudades hubo los insensatos incívicos de siempre. A ver si el sábado ya podemos salir a que nos de un pco el sol, que además tendremos un fin de semana caluroso.

    Saludos.

    ResponderEliminar