STALKERWARE
Internet está lleno de fórmulas para espiar el móvil de la pareja. Ni siquiera hay que descubrir ese software en lugares recónditos de la Dark Web. Basta con buscarlas en Google. Aunque se trata de un delito, las apps que espían el teléfono de otros ni siquiera se esconden. Estos programas, conocidos como stalkerware se amparan en que están diseñados para el control parental. Su uso, en muchos casos, es otro muy distinto. - Francesc Bracero.
Cualquiera de nosotros puede ser una víctima sin saberlo, porque la utilización de este tipo de apps es relativamente sencilla, aunque existen mecanismos para detectarlas y algunas reglas para evitar ser espiado por alguien. En el mercado hay apps que permiten acceder de forma remota a un teléfono de otra persona, aunque antes hay que instalarle la aplicación y por eso se necesita tener acceso físico al dispositivo y sus claves. Si se consigue instalar, se puede acceder, sin que la víctima lo sepa, a llamadas, mensajes de SMS y Whats–App, correos, geolocalización con los movimientos del teléfono en tiempo real e incluso acceder al micrófono y la cámara.
Una coalición de entidades y empresas - Diversas organizaciones sin ánimo de lucro como la Electronic Frontier Foundation (EFF) –dedicada a la defensa de los derechos digitales– y la Red Europea para el Trabajo con los Autores de la Violencia Doméstica (WWP EN), organismo del Instituto Europeo para la Igualdad de Género (EIGE), se aliaron en noviembre del 2019 con varias empresas de software de seguridad, como Kaspersky, G Data y NortonLifeLock, entre otros, para crear la Coalición contra el stalkerware. Se trata de una organización que apoya a posibles víctimas para que sepan cómo actuar ante un espionaje. Este grupo quiere promover también el debate sobre este problema social, crear conciencia y educación mediante la oferta de información y formación sobre el stalkerware impartida por expertos del sector privado y la policía, mejorar la capacidad de respuesta de las empresas al compartir los casos conocidos y crear criterios de detección consensuados. Su página web es stopstalkerware.org.
Instalar apps de este tipo, en principio, es más fácil en un móvil Android que en un iPhone, ya que estos solo pueden descargarlas en la App Store de Apple, que verifica los aspectos de privacidad de forma muy activa. Pero hay formas de que el delincuente pase esta barrera. Una de ellas es recurrir al control parental, pensado para que los padres controlen el comportamiento digital de los menores de edad. Si el ciberacosador puede acceder al iPhone de la víctima, también puede usar un método denominado jailbreak que elimina las restricciones de Apple y permite instalar software de repositorios que la compañía no controla. Por último puede instalar apps que harán las funciones de espía.
Un software solo se puede usar para espiar a una persona “para la investigación de un presunto delito y bajo una autorización judicial”. “Hemos tenido –añade– un montón de casos de detectives que casi acosan más que la pareja. Un ciberacosador utiliza este tipo de software para obtener información que de otro modo no podría tener”.
Es probable que muchos hijos no sepan que sus padres controlan sus movimientos, lo que escriben y los vídeos que ven. Hay webs que elaboran rankings de “las mejores apps para espiar a tu pareja” como forma de ganar audiencia, aunque siempre se salvaguardan diciendo que nadie debería hacerlo porque es ilegal. Entonces ¿para qué ofrecen información detallada de cómo espiar? El panorama es peor en YouTube. A pesar de que la plataforma elimina vídeos de ese tipo, los tutoriales sobre cómo hacerlo surgen como setas. En el 2017 se dio un caso especialmente llamativo: la Policía Nacional detuvo en Mérida a un hombre que instaló nada menos que 18 apps en el móvil de su mujer para espiarla. La víctima había presentado antes una denuncia porque, desde que cambió de móvil, el dispositivo consumía mucha batería y datos, tenía interferencias en las llamadas y le habían desaparecido aplicaciones y fotografías.
Cuando los técnicos policiales examinaron el dispositivo hallaron una app espía para controlar el móvil desde cualquier ordenador y acceder a él de forma remota. Otras apps eran complementarias. Una de ellas ocultaba los iconos del software espía y otras podían grabar las llamadas. La víctima había dejado el móvil a su pareja para que lo configurase, momento que el hombre aprovechó para instalar el stalkerware. Fue detenido acusado de sendos delitos de revelación de secretos y de violencia de género.
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