De todos los países de Europa, el predilecto de Cioran, su obsesión, su límite y su infierno, es España. Leyéndole, se hace necesario que tal cosa como España exista. En mística y en blasfemias, en fanatismo, sangre, ímpetu y desesperanza, en azar y fatalismo, tenemos las raíces más largas y más hondas: hemos llevado a su límite l'experiencia de vivir, hemos trasgredido los límites... Nuestro castigo es aleccionador.
Le llamé en algún sitio «nihilista» y me repuso: «No estoy muy seguro de ser nihilista. Soy más bien un escéptico al que tienta, de cuando en cuando, otra cosa que la duda».
Así se ve él y quizá así debamos verle nosotros. Este es un libro que nunca se acaba de leer; al cerrarlo, uno se repite: «El Arbol de la Vida no conocerá ya primavera: es madera seca; de él, harán ataúdes para nuestros huesos, nuestros sueños y nuestros dolores.» Y luego: ¿Ahora qué? Ahora. Qué.
Fernando Savater - Madrid, 15 de julio de 1971
Prólogo del Breviario de Podredumbre. em.cioran
De cuando Fernando Savater aún era un hombre lúcido.
De cuando Fernando Savater aún era un hombre lúcido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario