LO QUE NO TIENE PRECEDENTES


Una de las explicaciones de los muchos triunfos del capitalismo de la vigilancia destaca por encima de las demás: me refiero a que no tiene precedentes. Y lo que no tiene precedentes a la fuerza es irreconocible. Cuando nos encontramos con algo sin precedentes, automáticamente lo interpretamos a través de la óptica de unas categorías con las que ya estamos familiarizados, pero con esto volvemos invisible lo mismo que no tiene precedentes. Un ejemplo clásico es el concepto de carruaje sin caballos al que la gente hace más de un siglo acudió para referirse a la realidad sin precedentes que era el automóvil. Otro caso ilustrativo (y trágico) es el encuentro que se produjo entre los pueblos indígenas y los primeros conquistadores españoles. Cuando los tainos de las islas caribeñas precolombinas vieron por primera vez a aquellos sudados y barbudos soldados españoles caminando trabajosamente por la arena con sus brocados y sus armaduras, ¿cómo reconocerían ellos el significado de ese momento y lo que auguraba para su futuro? Incapaces de imaginarse su propia destrucción, pensaron que aquellas criaturas extrañas eran dioses y les dieron la bienvenida con elaborados rituales de hospitalidad. Así es como lo que no tiene precedentes logra confundir sistemáticamente nuestra capacidad de comprensión; los prismas y cristales de la óptica existente sirven para iluminar y enfocar lo que ya conocemos, pero con ello oscurecen partes significativas del objeto original, ya que convierten lo que no tiene precedentes en una mera prolongación del pasado. Esto contribuye a normalizar lo anómalo, lo que, a su vez, hace que combatir lo que no tiene precedentes sea una empresa aún más ardua, si cabe.
Este fragmento de la era del capitalismo de la vigilancia de Shoshana Zuboff, encaja a la perfección con las reacciones que hemos experimentado hacia la pandemia de la Covid19, una pandemia de la que no teníamos precedentes o los que teníamos eran lejanos y confusos, y como a los indígenas caribeños, la Covid ha logrado confundir sistemáticamente nuestra capacidad de comprensión, ya que ha convertido lo que no tiene precedentes en una mera prolongación del pasado hasta el punto de normalizar lo que como la Covid, es anómalo.

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