POESÍA PASIVA


"En la vida es posible ser fumador sin la necesidad de ser poeta, pero en cambio es imposible ser poeta sin ser un buen fumador". Cuando Thomas de Quincey hizo esta afirmación, hiperbólica pero fundamentada, poco se imaginaba el autor de las Confesiones de un fumador de opio que un siglo y medio después de su muerte llegaría una pandemia mundial capaz de empujar a prohibir en todo el estado español fumar en el espacio público para evitar contagios y preservar la salud de los fumadores pasivos. 
Sumando la tesis de las autoridades españolas y la del escritor inglés, que fumes y no escribas poesía es una posibilidad tan lógica como que sin tabaco desaparezca para siempre buena parte de la poesía, pero si estás leyendo este artículo te diré algo esperanzador y que no sabes: puede que tú, al igual que yo, tampoco seas poeta, pero es altamente probable que hagas poesía pasiva.

Josep Pla, gran poeta pasivo de la descripción, escribió su mejor frase sobre el tabaco sin haberla escrito nunca. "Fumo para encontrar el adjetivo correcto", dijo en una mítica entrevista con Joaquín Soler Serrano en TVE.

Ya dijo Josep Pla que "en nuestro país se canta más que se describe", por lo tanto sabemos sobradamente que somos una tierra que ha vivido, vive y vivirá siempre aferrada a la pulsión permanente de la poesía, pero la realidad es que sólo 1 de cada 10.000 catalanes es oficialmente poeta y, según los datos, por desgracia sólo 6 de cada 1.000 catalanes compran libros de poesía. Por lo tanto, es altamente probable que tú tampoco tengas una obra poética publicada, con su libro editado, su ISBN, sus presentaciones con la platea llena de amigos y sus reseñas que harán más ruido a la reducida capilla poética de Twitter que en ningún otro lugar. Pero esto, en realidad, da igual, ya que mientras en Cataluña haya un solo poeta oficial -y tenemos unos cuantos, por suerte, sean o no sean fumadores-, la gente de su alrededor como tú y como yo, tal vez sin saberlo, seguiremos siendo poetas pasivos impregnados por la poesía de otro, ya que el mejor de tener que asumir que es posible ser fumador sin fumar es, sin duda, poder comprender que se puede ser poeta sin escribir libros de poesía -


En Aviñón celebraban un concurso de lo más original: En la Rue Petite Calade un reducido grupo de gente daba un premio a la persona capaz de fumarse un cigarro haciendo el máximo número de caladas.

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