EL ASESINATO DE PABLO CASADO

 

Era una mesa redonda, la más matinal, del festival BCNegra, que se celebra hasta el próximo día 13 en varios lugares de Barcelona. Paco Villar, un erudito sobre la vida nocturna que ha publicado hace poco el libro El asesino anda suelto: diez casos sin resolver, explicó que “en los años treinta, Barcelona era un centro importante del tráfico de personas, el puerto más importante del Mediterráneo. Teníamos incluso oficinas clandestinas que falsificaban documentos a las mujeres que se llevaban hacia América”.

Ricardo Fernández Sánchez (Ricardito) fue condenado por la muerte de Pablo Casado - Josep Brangulí- ABC

Uno de los diez asesinatos hizo que el público, quizá también un poco influido por los fantasmas del lugar, se estremeciera con el asesinato de Pablo Casado en 1928 (un sector incluso sufrió un ataque de risa nervioso). Aquel año, en efecto, llegó a la estación de tren de Atocha, en Madrid (entonces llamada Estación del Mediodía), una caja desde Barcelona que, cuando la abrieron, resultó que contenía el cuerpo de un hombre desgarrado... y sin la cabeza. Después de las investigaciones, resultó que se trataba del industrial Pablo Casado, descrito por la prensa, como recordó Balada, como “un hombre en exceso atildado”, de hecho “primero lo identificaron porque tenía las manos muy cuidadas y ropa interior de seda, lo único que no tenía era la cabeza”. El asesino era su criado Ricardito. Corominas recordó unos tiempos en los que la homosexualidad, en los diarios, se asociaba solo a los crímenes y refirió una cuestión de peso: “Hay también una rumorología en torno al suicidio del fundador del Barça, Joan Gamper, que se vincula a una posible relación sexual con un hombre”. Así pues, entre crimen y crimen fue pasando la mañana: que si Pepe la Valenciana, es decir, el cocinero José Calabuig, que apareció muerto en 1943 en un piso que alquilaba en la calle Robador, víctima de varios golpes de hacha y con la bragueta bajada; que si la baronesa Agnes von Fries, clienta habitual del Ritz... Villar se ocupa de muchos en su libro. - elperiodico.com