En el resumen de los hechos, después de dos años de pandemia, el Gobierno ha esperado a que pase la Semana Santa para acabar con el uso de la mascarilla, cuando la gente se ha hecho con ella como un accesorio más de su dia a dia, aunque seguirá siendo obligatoria en los transportes públicos, en hospitales y ambulatorios, farmacias y geriátricos. Poco más. Y así debe ser, al menos temporalmente y mientras convivan varios virus respiratorios. Cuesta poco ponérsela allí donde pueda existir una interacción con personas vulnerables, que son las que lo seguirán pasando mal por la circulación del virus. La inercia social a llevarla favorece las excepciones.
Al menos en el dia de hoy, poca gente he visto sin mascarilla por la calle, o en el Super. La gente ya se ha acostumbrado a su uso, además que es bueno llevarla para los alérgicos al polen, y luego están las dependientas en locales o personal de supermercados que parece razonable sigan usando la mascarilla al estar de cara al público, aquí depende de cada empresa como decida que se debe actuar. Me comentaban que en el Corte Inglés los empleados no deben llevar la mascarilla pero si tienen instrucciones de que en caso de que atiendan a un cliente que lleve la misma, mejor se la pongan ellos también.
Obviamente los medios hablan de caos, quizás por que en su ignorancia desconocen el significado de la palabra. Hablan de caos, cuando hay normalidad puesto que la gente va a la suya, usando el sentido común cada uno el suyo. Pero en los medios hay también gente menos alarmista y mejor informada. Josep Corbella escribe en su columna de la vanguardia que el fin de la obligatoriedad de las mascarillas en la mayoría de interiores llega a España en un momento en que continúa habiendo muchos contagios por la variante ómicron pero han bajado las hospitalizaciones por covid. Con una amplia inmunidad contra el coronavirus en la población y la situación de la pandemia finalmente controlada en los hospitales, nada hace temer que eliminar las mascarillas en interiores vaya a causar un repunte problemático de casos.
Sí cabe esperar un leve aumento de contagios que causen mayoritariamente resfriados banales, pero no un gran aumento de casos graves que vuelva a comprometer la actividad de los hospitales y obligue a recuperar restricciones que parecen haber quedado definitivamente atrás. El elevado número de casos leves que se continuará produciendo en las próximas semanas puede tener incluso un efecto beneficioso: ayudará a mantener una inmunidad elevada en la población que evitará -o mitigará- un gran repunte de casos en los próximos meses.
O sea que calma, que cada uno proceda como le plazca o considere oportuno y huya de alarmismo exagerados de presuntos expertos epidemiólogos, entre otros moticos porque estos expertos son los que nos decian hace dos años que la Covid se curaba con cama y paracetamol, y Corbella no era de estos. ¿Adiós a las mascarillas?, o hasta luego...
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