El lío con la colada es el ejemplo perfecto de cómo la izquierda no siempre recuerda lo básico: la manera en que viven las personas y qué medidas tomar para mejorar sus vidas.
El ayuntamiento de Nápoles ha dado marcha atrás, no sancionará por extender la colada a las ventanas y balcones que dan a la vía pública. La reacción popular fue tan contundente que el alcalde se apresuró a retirar una medida incluida en un nuevo plan de decoro urbano. Las sábanas, vestidos, bragas y calzoncillos continuarán secándose por encima de las testas de los transeúntes. ¿Y dónde debería estar? La respuesta fácil está en la secadora, por supuesto. En plena recesión, ¿el ayuntamiento pagaría el electrodoméstico a los vecinos? ¿Y la factura energética? ¿Y el daño medioambiental? Esto por no entrar en el debate sobre ética y estética. Gaetano Manfredi llegó a la alcaldía de Nápoles en 2021 como independiente de una coalición de centroizquierda. Fue rector de Universidad y Ministro de Universidades e Investigación. El lío con la colada es el ejemplo perfecto de cómo la izquierda no siempre recuerda lo básico: la manera en que viven las personas que está en su esencia defender y qué medidas tomar para mejorar sus vidas. Que la propuesta fuese a favor del decoro mejora la metáfora. ¡Este vuelco por el sermón, para ocultar tras los muros lo que no gusta ver en las calles y enredarse en polémicas que sólo desgastan! - Emma Riverola - elperiodico.com.
De hecho, la ropa tendida en los balcones de Nápoles debería ser declarada patrimonio de la humanidad, como debería serlo el tráfico de una ciudad que pone a prueba nuestra destreza como peatones. Cruzar una calle es una tarea de superhéroes. Y si se trata de una avenida, mejor será que te encomiendes a San Genaro, patrono de la ciudad. La razón es una: no se respeta ninguna regla de tránsito. No se conoce el significado de conceptos como: cruce peatonal, prioridad de paso, semáforo rojo, ceda el paso, etc. etc.
El tráfico es endemoniado, caótico y una pesadilla si te has metido en el problema de alquilar un coche y salir de turista por ahí. Todos, transeúntes y conductores, tienen reglas no escritas que pueden resumirse en una: la ley del mas osado. Los conductores de moto son una marea incontenible. De a uno, de a dos o de a tres en una misma moto. Hablando por teléfono, apurados o discutiendo entre sí. Todos, todos… sin casco.
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