Y TODO ESTO, ¿QUIEN LO PAGA?



El Gobierno ha decretado la gratuidad temporal de los abonos de transporte para paliar los efectos de la crisis inminente que se nos viene encima, y de la que llevan ya días avisándonos, o mejor dicho acojinándonos. La ministra Raquel Sánchez ha hecho estimaciones públicas sobre cuánto se ahorrará una pareja trabajadora, pero, espoleada por un exceso de autoestima, no ha explicado la repercusión que tendrá para el Estado prescindir del pago de estos abonos. Es el problema del concepto gratuito. Es goloso para los artífices de la propaganda, pero no es lo bastante preciso cuando lo repercutimos en los presupuestos. 

En el esfuerzo por compensar el otoño que se nos viene encima, se suele olvidar la importancia de explicar los mecanismos de distribución pública de recursos. Se dice que cuando algo te lo ofrecen grais, el que lo acaba pagando eres tu. Seria de agradecer y lo correcto que, cuando se toman decisiones como esta, con connotaciones sociales inequívocas, el Gobierno no aproveche para explicar el coste, hacer pedagogía de la responsabilidad y ahorrarse el populismo del postureo. Alardear de soluciones que acabamos pagando todos, nos distancia de una realidad que, precisamente porque es diabólica y compleja, conviene diagnosticar con la precisión aséptica de los diccionarios.

El escritor catalán Josep Pla  viajó a Nueva York en 1954. Su visita formaba parte de un proyecto periodístico que le permitía recorrer el mundo para remitir las crónicas de sus observaciones a la revista Destino. En la capital económica de Estados Unidos se quedó boquiabierto con los rascacielos, con las luces de neón y con los focos que iluminaban los edificios. El escritor catalán se dirigió a su guía y le formuló una pregunta tan sencilla como profunda: "Oiga, y todo esto quien lo paga?". Pues parece claro que lo acabaremos pagando los ciudadanos, aunque como servidor, no tengan coche, y no cojan el autobús o el tren. Se me ocurre una idea, puesto que no uso ninguno de estos tres medios de transpòrte pero si me suelo mover por la ciudad con la bicicleta. El Gobierno o en su lugar la Ministra de transportes me podria financiar una bicicleta electrica. Yo, ahí lo dejo, Sra Raquel Sánchez. Pues parece claro que lo acabaremos pagando los ciudadanos, aunque como servidor, no tengan coche, y no cojan el autobús o el tren. Se me ocurre una idea, puesto que no uso ninguno de estos tres medios de transporte pero si me suelo mover con la bicicleta. El Gobierno o en su lugar la Ministra de transportes me podría financiar una bicicleta eléctrica. Yo, ahí lo dejo, Sra Raquel Sánchez.

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