Cuando se está transmitiendo un programa de televisión, es prácticamente imposible decir “Déjeme pensar en ello” o “¿qué quiere decir cuando afirma…?”. Este tipo de discurso no sólo enlentece el ritmo del espectáculo, sino que crea una impresión de incertidumbre o falta de determinación. Tiende a revelar a la gente que el acto de pensar es tan desconcertante o aburrido en la televisión como lo es en los escenarios de Las Vegas. Los directores de televisión hace mucho tiempo que descubrieron que el acto de pensar no encaja bien en ese medio. No hay mucho que ver en él.“ Lo mejor de la televisión es su basura y nadie ni nada está seriamente amenazado por ella. Porque no medimos una cultura por su producción de trivialidades no encubiertas, sino por lo que juzga significativo.“ — Neil Postman,
/
No hay comentarios:
Publicar un comentario