Un mechón de tu cabello cantaba Adamo, en una canción de amor banal. Como un acto banal es el vídeo que inaugura Juliette Binoche: tijeras en ristre, se corta un buen mechón de la nuca, dice con voz segura «for freedom!» y lo muestra a cámara, tomad, este es mi cabello, aquí mi apoyo a la lucha de las mujeres iraníes, unas tristes hebras de queratina que seguirán creciendo en mi cráneo cuando ya esté muerta. Detrás de ella, hasta 52 actrices, cantantes y activistas francesas se despojan de un bucle o una guedeja, más o menos larga, imitando el gesto que se ha convertido en símbolo de la protesta contra el régimen fundamentalista islámico desde la muerte de Mahsa Amini, una joven de 22 años a quien molió a palos la ‘policía de la moral’ por llevar mal colocado el velo. ¿Servirá de algo? Las que se juegan el tipo son ellas, las iraníes, pero al menos se mantiene viva la llama. Hasta que como explicaba Javier Melero en su artículo del otro dia, las olvidemos. És aquello del acto impúdico del gesto, que queda muy bien, que quizás incluso influya algo, aunque lo dudo, pero no requiere ningún riesgo personal y el justo compromiso. Demasiado fácil para darle importancia, demasiado fácil para que sirva de algo. En el mejor de los casos, se trata sólo de un acto de postureo del bueno.
Olvidos
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No sería bueno olvidarlo.
Empezaron masacrando indios, sus mujeres y sus niños. Y a los que lo
hicieron, los veneran como héroes. Traficaron con esclavos...
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