LA CASQUERIA, LIBROS A PESO

En el barrio madrileño de Lavapiés, donde queda el Museo Reina Sofía, se encuentra 'La Casquería', una librería que vende libros al peso. La tienda vende libros de segunda mano con la intención de democratizar el acceso a la literatura y trabajar de forma comprometida con el entorno del barrio. “Para nosotros solo tenía sentido montar esto en Lavapiés. Si marchamos a otro barrio dejaría de tenerlo o tendría otro muy diferente. Los que hemos vivido siempre hemos estado ligados siempre al entorno político del barrio, a los movimientos sociales, al movimiento de ocupación, la lucha por la vivienda. Somos personas que llevamos muchos años habitando el barrio e intentamos que el barrio sea un lugar vivible. Y La Casquería forma parte. La gente del barrio sabe que estamos aquí, que somos un referente”, explican sus dueños. El local se encuentra en el Mercado de abastecimientos de San Fernando, en la misma ubicación donde solía funcionar una carnicería. De hecho, todavía conservan la balanza de la carnicería, pero ahora la utilizan para pesar libros, muchos de los cuales llegan a través de donaciones de sus vecinos.

¿Cuáles son los precios? 100 gramos de libros cuestan un euro, y éste es el precio mínimo por obra, siendo 8 euros el precio máximo. El local cuenta con una gran variedad de obras viejas, descatalogadas y difíciles de encontrar. La Casquería no sigue la lógica de las grandes cadenas de promocionar a los autores más populares. “Para nosotros es tan importante un Premio Nobel como un autor de novela romántica. Es decir, para alguien puede ser mucho más interesante Ken Follett que Jorge Luis Borges. Nosotros luchamos contra esto, contra el establecimiento de gustos elitistas”.

Hace años, en Terrassa, junto a la Rambla había una librería de viejo de segunda mano, los libros estaban esparcidos por el suelo apilados sin ningún orden, pero el librero de viejo, sabía dónde estaban todos, tú le decías el título y él te indicaba la pila donde podías encontrarlo y nunca fallaba. Los drapaires de Emaús tienen también una buena colección de libros de segunda mano a precios más que económicos.

A vueltas con los libros, un artículo, casi cuento de Irene Solà: La vida eterna

"Me he descargado una aplicación en el móvil que te permite saber el nombre de los pájaros que cantan a tu alrededor. Ahora voy por el mundo de puntillas, levantando el teléfono bajo los árboles y haciendo señales a quien me acompaña para que baje el tono y camine con delicadeza. Cerca de mi casa gorjean sobre todo gorriones, mirlos, cornejas negras, verdecillos, pinzones, currucas de cabeza negra, petirrojos, trepador y rebozuelos.

Una vez, un ornitólogo gallego me contó un cuento que me gusta mucho y que más o menos hacía así, y digo más o menos, porque como les ocurre en la mayoría de historias, con el paso del tiempo y los arrebatos y los caprichos del recuerdo, estoy segura de que lo he transformado:

Una vez había un monje llamado Virila, que una mañana de primavera, paseando y reflexionando sobre la vida eterna, se alejó del monasterio en el que vivía. Entonces sintió el gorjeo de un rebozuelo, y embobado se sentó bajo un árbol para escucharlo. La melodía era tan dulce y envolvente que cerró los ojos, extasiado, y se adormeció un momento. Cuando se despertó el sol estaba en medio del cielo. El hombre estiró a los miembros entumecidos, se sacudió el hábito y se volvió al monasterio, pero cuando llegó, le pareció cambiado. Como si con ese medio día le hubieran ampliado. ¡Bajanadas!, se dijo. Entró y se dio cuenta de que los dos monjes que guardaban la puerta eran nuevos. Se sorprendió, y se presentó, pero los dos novicios le dijeron que no había ningún hermano con ese nombre que viviera allí.

Nadie lo reconoció, ni nuestro monje fue capaz de identificar a ningún habitante. Finalmente, le llevaron a la biblioteca y descubrieron su nombre en el archivo del cenobio, junto a una nota que explicaba que el monje Virila había desaparecido en el bosque una mañana de primavera hacía trescientos años y no había vuelto nunca.

Qué mundo me encontraría yo si me durmiera y transcurrieran trescientos años. Primero imagino qué mundo me encontraría yo si me adormeciera bajo un árbol con el móvil en su regazo grabando los sonidos de los pájaros y transcurrieran trescientos años. Luego decido no pensar demasiado en ello para no meterme en una pesadilla distópica más pesimista de la cuenta. De lo poco que puedo estar segura es que la ropa que llevo estaría terriblemente pasada de moda y que tendría en sus manos un pedazo de tecnología como un ladrillo, sin batería y totalmente obsoleta".


2 comentarios:

  1. No te voy a comprar libros al peso, solo te dejo una notita insignificante que a penas pesa nada, por si es de tu interés, a mi me ha hecho muy feliz... te ha contestado quien tu sabes en mi blog... yo no voy a responderle... corto y cambio ; )

    Un abrazo de libro!

    ResponderEliminar
  2. Lo he visto, quizás no debiera contarte esto, vi que no había comentario de él en tu escrito, y le mandé un mensaje. A veces pasa, que comentas algo de alguien y este no se entera y no te contesta, a mí me ha pasado un par de veces por activa y por pasiva. Pensé que debía avisarle, lo cortes no quita lo valiente.

    Un abrazo

    ResponderEliminar