¿Vamos a volver a la austeridad? Estaría bien que la prensa preguntara esto a Feijóo, tras escuchar a José María Aznar decir que debemos regresar a la "disciplina, a la austeridad", y que "volver al rigor significa pasar apuros". También indicó que el periodo de mayor prosperidad económica, según él,  fue entre 1996 y 2004 bajo su Gobierno, y que "España crece más cuando somos disciplinados y somos rigurosos". Escuchar esa mera idea me produce escalofríos, un pellizco en el estómago y un viaje a un tiempo donde no quiero volver. Yo, lo que recuerdo, es que lo que se vendió como "milagro económico" bajo su Gobierno fueron las semillas de una burbuja inmobiliaria que explotó en la mayor crisis que hemos vivido. Los recortes que empezaron en el último año de Zapatero dieron paso, bajo Rajoy, a una austeridad que ocasionó la desigualdad social más importante de la democracia, que ha tardado años en empezar a corregirse.

Recuerdo de aquello el cierre de empresas, el rescate bancario con dinero público irrecuperable, suicidios ante los embargos, colas del hambre, colas de empeño, colas para pedir el paro, prestaciones agotadas, padres rescatando a hijos del desempleo, o hijo e hijas rescatando a sus padres con pensiones asfixiantes, recortes sanitarios, congelaciones en salarios públicos, nula reposición de jubilaciones, ciencia paralizada sin financiación, españoles emigrando, subida de impuestos, paisajes con construcciones abandonadas... Se mirara donde se mirara, todo era dantesco.

Y recuerdo, a la vez, declaraciones de Rajoy y responsables del PP convenciéndonos, junto con Europa, de que la austeridad extrema era la única salida. Que teníamos que "reciclarnos" y conformarnos con los "minijobs". Que todo el mundo, incluidos pensionistas, personas enfermas o paradas, vivíamos "por encima de nuestras posibilidades", y que no había café para todos.

Personalmente, estar en el paro tras el cierre de la empresa donde trabajaba, agotar la prestación sin alternativa, y reciclarme como investigadora para que luego nos dejaran en la calle con recortes en ciencia. Recuerdo las cartas del banco, las cláusulas suelo, las noches sin dormir haciendo cálculos, pensar en estirar la comida, el pavor a perder la vivienda, no llegar para pagar la cuota de autónomos, pagar más por mi medicación, el cáncer de mamá, el otro cáncer de mamá, dejar el poco trabajo que tenía para cuidar, la avaricia de otros, no tener sueños, pensar que puedes terminar en la calle, no libros, ni cine, ni viajes, ni proyectos de futuro. Pensar solo en el pan y no en las rosas. Y que todo aquello que te pasaba por encima como una apisonadora, año tras año, acabara por machacarte la autoestima, dejar de quererte, de pensar en ti y caer en personas que detectaban tu vulnerabilidad para dañarte. Aquella austeridad no la deseo ni para mi peor enemigo. 

Hasta el 22 de diciembre de 2017 no tuve la llamada que me salvó la vida. Para entonces ya descubrimos que aquella austeridad tuvo graves consecuencias: gente en un pozo sin fondo, una clase trabajadora pobre frente a amnistías fiscales para privilegiados, un PP que mientras pedía austeridad luego fue condenada por corrupción tres veces, y una Europa y un FMI que asumían que los recortes solo habían generado pobreza extrema. El foco perfecto para crecer la extrema derecha.

En contra de la opinión de Aznar, su etapa en verdad no fue la de la prosperidad económica, sino la del engaño. No es lo mismo crecer bajo una burbuja inmobiliaria ficticia, que bajo el amparo de unas garantías y derechos laborales para la población. Estos años he podido pensar en los míos y un poco en mí, cuidarme más, tener una cierta seguridad para planificar. Respirar. 

Europa habla de nuevo de austeridad y control del gasto, pero apoya la línea del FMI de que no se puede hacer si se deja de lado a los más vulnerables. En definitiva, repetir los mismos errores que en la crisis anterior. Dice el FMI que incluso los recortes en el gasto social no han reducido el peso de la deuda respecto al PIB de las economías avanzadas. 

En mitad de una campaña electoral llena de desinformación y mentiras parece una osadía pedir saber la verdad. Pero hay que preguntarlo: ¿Vamos a volver a aquella austeridad por encima de los derechos? ¿Vamos a volver a la doctrina del shock? Lo inquietante es que ni el propio PP salga a negar el panorama rígido propuesto por Aznar. Y eso levanta el temor de que quien calla, otorga. - Ana Bernal Triviño.