Así de contundente se ha manifestado la ONU tras la nueva matanza causada en un campo de refugiados por Israel, cuya ofensiva sin cuartel en Gaza es ya una sucesión de crímenes de guerra contra la población palestina. La invasión en curso de la Franja de Gaza por el ejército israelí y los bombardeos para anular la amenaza de la guerrilla islamista de Hamás han devenido en una masacre tras otra de civiles. Naciones Unidas, sin poder alguno para detener esta catástrofe humanitaria debido al veto de Estados Unidos en el Consejo de Seguridad, no deja de denunciar la sinrazón de este conflicto y las barbaridades cometidas contra la población palestina.
Los tanques israelíes cercan la ciudad de Gaza, más de 20.000 soldados combaten cuerpo a cuerpo con las milicias de Hamás ya dentro de la Franja y 11.000 objetivos “militares” han sido destruidos, según el mando castrense de Israel. La invasión escalonada de Gaza parece, así, tener sus frutos militares para el Gobierno del ultraderechista Benjamin Netanyahu.
El paisaje infernal del campo de refugiados de Yabalia, arrasado el martes y de nuevo este miércoles por las bombas israelíes, representa en cambio la derrota moral y política de las autoridades de Tel Aviv, que han enarbolado la bandera de la venganza por delante de la vida y la seguridad de un pueblo, el palestino, que está sometido a la política de sus vecinos judíos desde hace casi seis décadas.
En Yabalia, el mayor campamento de refugiados de Gaza, aún es difícil precisar el número de víctimas mortales del nuevo bombardeo. Son decenas los cadáveres recuperados de entre los escombros y son muchos más los que permanecen enterrados tras el impacto de los misiles y bombas de Israel. Según las fuentes palestinas, los dos ataques podrían haber dejado medio millar de víctimas.
El alto mando del ejército de Israel ha reconocido el ataque, pero insiste en que su objetivo eran los túneles subterráneos que, según subraya, estaban bajo los edificios. Tel Aviv se congratula de haber acabado con la vida de 50 “terroristas”, entre ellos el comandante de Hamás Ibrahim Biari, uno de los responsables de la masacre de 1.400 civiles israelíes del 7 de octubre.
El parte de guerra israelí, leído por el portavoz militar Daniel Hagari, subraya que Hamás utiliza a los refugiados como “escudos humanos”. Sin quitar la monstruosidad de tal estrategia, una segunda lectura evidencia que el ejército de Israel sabía, antes de apretar el botón de los misiles, que el ataque causaría esas víctimas “colaterales” entre los escudos humanos.
Se disculpan las autoridades militares israelíes señalando que hace dos semanas ya advirtieron a la población palestina para que abandonaran sus casas y los campos de refugiados y se apelotonaran en el sur de la Franja, también, por otra parte, objetivo de los bombardeos del ejército de Israel.
Amnistía Internacional (AI) ha denunciado estos ataques israelíes desde que empezó el conflicto y ha pedido que se investiguen muchos de ellos como “irrefutables crímenes de guerra” contra la población palestina.
Las últimas cifras de esta guerra desatada con el ataque de los islamistas de Hamás en territorio israelí el 7 de octubre apuntan a cerca de 8.800 palestinos muertos y 22.200 heridos por las bombas de Israel. Entre las víctimas mortales hay al menos 3.500 niños.
Un cementerio para los niños, un infierno para los demás. “Resulta asombroso que esa cifra aumente significativamente cada día. Gaza se ha convertido en un cementerio de niños. Es un infierno para todos los demás”, afirmó en Ginebra James Elder, portavoz del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF). Elder explicó que, para los niños, “las amenazas van más allá de las bombas y los morteros” y ahí está el número ascendente de fallecimientos por deshidratación. El sistema de agua potable de la Franja de Gaza apenas puede suministrar un 5 por ciento del volumen de líquido necesario para la población. Las plantas de agua han sido destruidas, dañadas en parte o no funcionan por el desabastecimiento de combustible.
La progresiva entrada de camiones con ayuda humanitaria y medicinas desde Egipto, por el paso de Rafah, no ha aliviado esta situación, dada la carencia general de las mínimas vituallas y el corte generalizado de los servicios de agua y luz Naciones Unidas denuncia, con datos del Ministerio de Salud de Gaza, que dos tercios de los muertos en los bombardeos israelíes se encontraban en sus viviendas cuando ocurrieron los ataques. Por eso, agrega la ONU, puede haber 2.000 personas más enterradas bajo los escombros, la mitad de ellas niños La Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas (OCHA) ha indicado que un millar de niños están desaparecidos y “podrían estar atrapados o muertos bajo los escombros, a la espera de ser rescatados o recuperados”.
Este miércoles, gracias a la apertura del paso de Rafah con Egipto, decenas de ambulancias egipcias cruzaron a Gaza por primera vez desde que empezó la guerra para recoger a más de 70 de los heridos en los ataques israelíes. También se ha evacuado a unos 330 extranjeros que residían en Gaza.
Israel ha arremetido una y otra vez contra Guterres, al que acusa de estar en connivencia con Hamás simplemente por recordar que el conflicto actual tiene sus raíces en muchas décadas de sometimiento palestino. Guterres ha reiterado sus llamamientos a que Israel respete en Gaza las leyes humanitarias, “que establecen reglas claras que no pueden ignorarse” ni aplicarse “de forma selectiva”. - publico.es. Gaza es un cementerio de niños, ante nuestra indiferencia.
Ya se queda uno sin calificativos. Esto es lo más parecido a un raid elevado a la enésima potencia, a una destrucción sistemática, al desplazamiento forzoso de la población, a una demolición de una sociedad, al arrasamiento. La respuesta a un ejercicio de terrorismo es con más terrorismo, siguiendo el planteamiento que circula y que solo reconoce al de la guerrilla islamista pero no a la del Estado hiper armado de Israel . Si Gaza queda vacía, ¿ya están postando los israelíes por el sabroso negocio de la reconstrucción? ¿O lo dejarán en desierto para que vivan contentos y felices unos a cuenta de otros, los expulsados. Una vergüenza que nos costará cara a los occidentales. Triste. Infame.
ResponderEliminarUna ignomínia i justificable. En su discurso del pasado sábado, el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, apeló a “una guerra santa de aniquilación”, a “realizar la profecía” y a “recordar lo que Amalek os ha hecho”. Amalek es en la Biblia hebrea la nación enemiga del pueblo judío, cuyo exterminio se presenta como ley divina. El propio Netanyahu recitó el pasaje de Samuel 15:3:
ResponderEliminar“Ahora vayan y atáquenlos y destruyan absolutamente todo lo que tengan y no los perdonen, pero mátenlos, tanto a hombres como a mujeres, infantes y lactantes, bueyes y ovejas, camellos y burros”. Recientemente también se refirió a Israel como “el pueblo de la luz” frente al “pueblo de la oscuridad”.