EL SENTIDO DE LA VIDA


Una vez pregunté a una persona: ¿cuál crees que es el sentido de la vida? Me respondió: "Vivirla", explica Fernando Trias de Bes.
Pertenezco a quienes creen que a la vida no es necesario otorgarle un sentido. La vida, sencillamente, es. Es algo tan grande, misterioso y bonito, que no necesita nada más. Le basta por sí sola. Algunos no piensan así. Y buscan darle un sentido a sus vidas. No es estéril, pero no deja de ser una interpretación subjetiva de la propia existencia. O una forma de orientar los días a una tarea concreta. Algunos ponen el sentido de la vida en su profesión; otros, en la familia; otros, en sus creaciones; otros, en Dios. De hecho, sólo el arte o la música dan algún sentido a la vida. Pues el resto, como tener familia, hijos, los animales lo hacen con una naturalidad absoluta, sin darle la más mínima importancia, simplemente lo hacen por pura reproducción y mantenimiento de la especie.
Pero los homínidos debemos magnificarlo todo, dar trascendencia a todo, inventarnos dioses, y todo para darnos importancia sobre el resto de animales que nos rodea.
También es cierto que hay otra cosa que nos diferencia del resto de animales, ellos no saben qué es la vanidad, la envidia, la codicia, la ira, la mentira, el odio... ¡Sí!, nosotros somos distintos del resto de especies, diferentes... a peor. Vivir no es existir, sino saborear cada instante, mantener viva la curiosidad, la joie de vivre. Y vivir nos lleva a la vejez. ¿Cuándo podemos prolongar esta actitud? La senectud nos parece una etapa decadente, donde merman la alegría y el disfrute. Craso error. En el arte de envejecer, de Cicerón, su teoría es que: tal y como vives durante la juventud y la madurez, vivirás durante la vejez. Si ha tenido una vida de inquietud por las cosas, proyectos personales y sed de conocimiento, tendrá una vejez de inquietud por las cosas, proyectos personales y sed de conocimiento. La vejez como prolongación de la madurez, y ésta, al mismo tiempo, de la juventud.
Cuando nos damos cuenta de que nos vamos haciendo mayores y empezamos a comportarnos como una persona mayor, entramos oficialmente en la vejez. Existe la idea extendida de que ser mayor es sinónimo de dependencia, de ser un estorbo o de no ser útil. Cada persona se siente vieja a una edad distinta. Algunos con 60 años quizás se sienten viejos por sus circunstancias, mientras que hay personas de más de 80 que se sienten jóvenes y están muy activas. El sentimiento de ser anciano es totalmente subjetivo.
Es cierto que el concepto de vejez ha cambiado y mucho; antes, el saber y la experiencia estaban en manos de las personas mayores, mientras que actualmente se han intercambiado los papeles, la experiencia se ha perdido sobrepasada por la modernidad y el conocimiento se está desvaneciendo a causa del exceso de información. O quizás es que el concepto de experiencia y conocimiento han cambiado. Y es que en el fondo la experiencia de los mayores consiste en una acumulación reiterada de errores no admitidos. En vano pues hacerles caso aunque necesitan ser escuchados y hay que hacerlo, aunque a menudo no sirve para nada importante.
Sin embargo, cuando yo sea mayor, espero no comportarme como un viejo, o esto pienso ahora. Luego, después supongo que haré como todo el mundo, aunque quiero decir en descargo de la vejez, que el comportamiento anómalo que les acompaña a partir de cierta edad, no es del todo culpa suya, ya que sospecho que la naturaleza adecua el grado de pensamiento a la edad para hacer más llevadero el hecho irremediable de la decadencia física, acompañándola de la psíquica. Y es que de no ser así, envejecer plenamente consciente sería terrible.
Cicerón nos dejó una lección impagable: no se envejece por dentro, sólo por fuera. 

Publicar un comentario

Artícle Anterior Artícle Següent