Un paseo por TikTok en busca de retos virales permite editar un catálogo de la estupidez humana. Si el objetivo además es captar la atención de niños y adolescentes con ansia de formar parte de algo, la tontería se convierte en actividad de riesgo vital coloreado con un anglicismo. Chroming: inhalar productos químicos tóxicos. Causa daños pulmonares, arritmias, daño cerebral. Blackout challenge: aguantar la respiración hasta el desmayo. Tres muertes cerebrales. La ballena azul: 50 días de tareas peligrosas con el suicidio como traca final. Salt challenge: llenar la boca de sal y tratar de ingerirla. Ahogamientos. The Benadryl challenge: tomar grandes dosis del antihistamínico y grabar vídeos con las alucinaciones que provoca. Aumenta la presión arterial, convulsiones y muerte… El último que corre por la red es comer tierra o arcilla. Los vídeos de cruchers pregonan un supuesto beneficio para la piel y el intestino. Las imágenes repelen a los foodies y a los nutricionistas. Comer tierra puede producir obstrucción digestiva, enteritis, aclorhidria… Fuera de Tiktok, comer tierra es un trastorno alimentario llamado pica -comer lo que no se come, desde tierra a monedas, plástico o papel- y, como todos, puede ser la manifestación de problemas psicológicos. Ni siquiera es nuevo. La tendencia ya existió en el siglo XVI y los expertos hasta la identifican en Las meninas de Velázquez, donde la infanta Margarita recibe un pequeño recipiente de barro rojo habitual en la corte española y portuguesa. | Tampoco es nueva en las redes. Corren vídeos desde el 2022, algunos catalogados bajo la tendencia ASMR -en inglés, respuesta sensorial meridiana autónoma- por el ruido que hace la arcilla al ser masticada. Ahí el reto resiste junto a voces relajantes, uñas chirriando, dientes petando…
Hay ofertas para comprar arcilla y piedras en Tiktok en bolsitas o paquetes de 25 kilos, también los encuentras en Amazon: “Natural, comestible, textura suave, agradable sabor a caolín con toques de polvo húmedo y leche horneada”. Las descripciones de los platos en restaurantes con tres estrellas Michelin son menos pretenciosas: “Cuando se mastica, la arcilla se disuelve rápidamente a una textura agradable que no contiene granos. No se adhiere a los dientes y no se convierte en almizcle. Tiene un sabor muy delicado y agradable, recuerda al clásico 'suelo de hormigón mojado' con el aroma de hierbas forestales. Al final, hay un ligero sabor a tarta”. La experiencia se vende a 80 euros el kilo. No hay certificación sanitaria y en la definición del producto se lee: Material para escultura, instrumento de escritura… ¿Por qué los adolescentes se juegan la salud en un vídeo breve de vida fugaz? La respuesta unánime de los psicólogos es que les permite sentirse conectados, ganar la aceptación de miles de usuarios que les dan sus likes y transitar acompañados hacia una vida adulta de inciertas expectativas. Y en lugar de comerse el mundo, se comen la tierra. Isabel García Pagán - la vanguardia. |
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