La soledad, un sentimiento tan antiguo como la humanidad, ha cobrado una nueva dimensión en nuestra era digital. Si bien la conexión virtual ha ampliado nuestras redes sociales, también ha generado una sensación de aislamiento en muchos. Pero, ¿qué es realmente la soledad y cómo afecta nuestras vidas?.
La soledad va más allá de la simple ausencia de compañía física. Es un estado emocional complejo que surge cuando sentimos una desconexión profunda con los demás o con nosotros mismos.
La soledad puede tener un impacto significativo en nuestra salud física y mental. Algunos de los efectos más comunes incluyen:
Problemas de salud: Mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, depresión, ansiedad, trastornos del sueño.
Deterioro cognitivo: Dificultades para concentrarse, problemas de memoria. Disminución de la calidad de vida: Sensación de vacío, desesperanza, aislamiento social.
Pero la soledad no es tan mala, decía Schopenhauer que “la soledad es el patrimonio de todas las almas extraordinarias”. Cuando aceptas que vivir implica dificultades y aun así eliges apostar por la vida, te vuelves más fuerte, lúcido y desapegado, aunque estés más cansado. Dicho de otra manera: cuando vivir es duro, apostemos por la vida. Seamos amables y busquemos crecer. Prefiramos crear que creer. Y en la vida práctica, actuar en lugar de esperar. Sé fiel a tus valores sin esperar recompensas, y evita así caer en engaños. Haz las cosas por convicción, sin esperar resultados y no te dejes desanimar por los interesados, vendedores de humo, tóxicos, trepas, turistas de baratillo del mercado de las ideas, filósofos del Instagram de capuchino y espuma.
En esta foto, aparentemente se ve a una persona sola en una playa inmensa, digo aparentemente por qué es posible que ella no se sienta sola en absoluto, mientras que otra persona se puede encontrar terriblemente sola en un lugar abarrotado de gente. Acaso no hay más soledad en el éxito que en el fracaso.
Hay que pensar que muchas cosas dependen de uno mismo. Si bien hay momentos para delegar en otros, para pedir ayuda, para hacer las cosas colectivamente, en cuestiones esenciales, estamos solos y la elección es irrevocablemente nuestra. La soledad puede ser compartida ocasionalmente, no se trata de estar más solo que estar solo, que nos decía el poeta Neruda. Y es que quizás y en el fondo, la soledad sea algo más interior que exterior.
No me pidas que no piense, en voz alta, por mi bien, Ni que me suba a un taburete, si quieres probaré a crecer y a dejar de culpar al otro de mis errores; es llegada la hora de salir del vacío de las excusas y reconocerse sin rubor. Y no olvidar que de vez en cuando, la vida se nos pone en cueros. El Serrat poeta nos lo ha enseñado.
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