A diferencia de la película del mismo título que a finales de los años 70 del siglo pasado despertó la conciencia sobre las consecuencias de un accidente nuclear imparable, -realizada siete años antes de que Chernóbil demostrara que la realidad puede ser casi tan peligrosa como la mayor catástrofe imaginable-. el síndrome de China de nuestros tiempos está ligado al dinamismo comercial y la potencia industrial y tecnológica del gigante asiático, que no sólo marca nuestro presente. Todo indica que también lo hará con nuestro futuro. No sólo en sectores como la automoción, donde sus coches eléctricos son rivales extremadamente competitivos frente a los de los fabricantes de Estados Unidos y Europa, sino también en la inteligencia artificial.
Algunas voces alertan sobre los desconocidos proyectos de China, que sorprenden día a día. Si hace unas semanas la irrupción de un gran modelo de la compañía DeepSeek, que hizo temblar los cimientos de los mercados bursátiles al demostrar que no eran necesarias inversiones multimillonarias para disponer de modelos de IA competitivos, la evidencias apuntan a que era sólo la punta del iceberg. Tenemos pistas de que algunas de las novedades que lleguen del país asiático son susceptibles de dar nuevas sacudidas.
El gigante tecnológico chino Baidu, considerado el “google” de aquel país acaba de lanzar al mercado dos modelos de IA multimodal a precios muy agresivos: ERNIE 4.5, una actualización significativa de su modelo básico, y un nuevo modelo con capacidad de pensamiento profundo llamado Ernie X1. El primero de ellos supera a GPT-4o de OpenAI en múltiples puntos de referencia, pero sólo cuesta un 1% de su precio. Si se compara con el modelo R1 de DeepSeek, lo iguala en capacidades, pero cuesta la mitad.
Todo eso explica por qué a OpenAI y a Google les preocupa China. Ambas compañías han respondido a la Casa Blanca una petición de información para elaborar un plan de IA de Estados Unidos. En el documento que ha enviado Google, de doce páginas, hay dos menciones a China para señalar que, en el último año, el número de patentes estadounidenses concedidas por China creció más de un 30%, más que en cualquier otro país. El documento de 15 páginas de OpenAI revela una mayor obsesión. La compañía que lidera Sam Altman menciona China tres veces, la República Popular de China 19 veces, el Partido Comunista Chino 12 veces y DeepSeek ocho veces. Es una alerta a la Administración Trump sobre las empresas chinas entre las que destaca, “como Estado autoritario, su capacidad para reunir rápidamente recursos -datos, energía, talento técnico y las enormes sumas necesarias- para construir su propia capacidad nacional de desarrollo de chips”. Según OpenAI, China coaccionará “a los países que necesitan herramientas de IA y fondos de infraestructura de construcción nacional ampliará la adopción de sistemas de IA” como DeepSeek.
Previene también OpenAI contra “el arbitraje regulatorio” que han creado algunos estados norteamericanos, que “buscan aprobar sus propias leyes” de IA -781 proyectos de ley-, que para más inri siguen el restrictivo modelo de la Unión Europea. “Estas leyes –remarca el informe- son más fáciles de aplicar a las empresas nacionales de IA que a las empresas con sede en China y podrían imponer requisitos de cumplimiento onerosos que pueden obstaculizar nuestra competitividad económica y socavar nuestra seguridad nacional”. Con esta frase, el Gobierno federal tendrá de sobras si se propone tomar medidas. Que las tomará. Una pista: además de una regulación laxa, todas piden poder gastar mucha energía y agua. Lo mejor de todo el informe es que la misma empresa de IA que ha sido denunciada por creadores, como escritores, pintores, ilustradores, músicos y periodistas por utilizar sus creaciones protegidas con derechos de autor para entrenar a sus modelos quiere ahora que se la proteja de la copia de empresas chinas porque, en este caso, sí que reclama que se respete la autoría.
En la última semana hemos pasado del artículo que Sam Altman publicó en su blog, en el que auguraba un período de prosperidad sin igual para la humanidad gracias a la IA, a otro artículo de OpenAI sobre seguridad en el que se afirma que la inteligencia artificial podría suponer “dolorosos retrocesos para la humanidad” y una “pérdida irrecuperable de prosperidad humana”. Veremos. - Francesc Bracero, en la vanguardia
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