EN TREN HACIA EL FEMINISMO

Dos mujeres jóvenes corren por el andén de una estación desierta para coger un tren que está arrancando, ya entrada la noche.  Así empieza el anuncio que la conselleria de Igualtat i Feminisme de la Generalitat publicó ayer en su cuenta de la red social X para celebrar el 8 de marzo, el día internacional de las mujeres. Una voz en off anuncia a los espectadores: “Próxima estación: feminismo”. Y una de las jóvenes asegura que “es tan sencillo como volver a casa tranquilas”. 
Terrible ironía que la conselleria opte por el tren para llevar a las mujeres a un futuro feminista en un día en que miles de catalanes han visto gravemente alterada su vida diaria por el mal funcionamiento de los ferrocarriles. Tampoco parece un buen augurio que las chicas pierdan el tren. En todo caso, los responsables de la conselleria no dejaron de ser prudentes: el tren del anuncio es de los Ferrocarrils de la Generalitat. Ellos tampoco se fiaron de poder llegar a una sociedad más feminista si cogían uno de Rodalies.

Pero hay otra realidad. El supuesto final de obras en Roda de Barà ha empeorado, aún más, la vida de los viajeros. Lo que tenía que ser, el pasado lunes, el inicio de una mejora del servicio se ha convertido en todo lo contrario, el preludio de una semana negra que comenzó con el tren inaugural con las autoridades a bordo llegando a destino con 50 minutos de retraso. Las imágenes de esta mañana, de miles de pasajeros atrapados en trenes, forzando puertas para dejar entrar el aire e incluso unos 900 bajando de los vagones para caminar casi un kilómetro por las vías, ilustran el colofón del despropósito de Rodalies.

Parece que hay una huelga de celo encubierta de los sindicatos por el traspaso de Rodalies a la Generalitat, aunque el problema de Rodalies es endémico, y ningún partido puede acusar a otro de la dejadez en el servicio, porque todos han pasado por ahí y ninguno ha sido capaz de solucionarlo. Como contraste los Ferrocarriles de la Generalitat funcionan como un reloj suizo, de hecho se llama a la línea R4 que va de Terrassa a l'Hospitalet, el metro del Vallés, por la cantidad de trenes que hay, y a fe que llenos de pasajeros van, lo cual demuestra que si un servicio público funciona la gente lo usa en vez de coger el coche u otro medio de transporte.

El President Illa ha hecho una valoración de la situación vivida este viernes en Rodalies desde Perpiñán, en su primera visita oficial a la región de la Catalunya del Nord para dar apoyo al proyecto de La Bressola por el catalán, fortalecer los lazos económicos con la región y su compromiso con la memoria democrática en el marco del aniversario de la muerte de Franco. Illa ha pedido “excusas a todos los ciudadanos afectados” y ha informado de que la consejera de Territori, Silvia Paneque, se reunirá este viernes al mediodía con Adif, con Renfe y con el Ministerio de Transportes, en el marco de las reuniones diarias que se está haciendo para supervisar la situación. El president ha hecho hincapié en que su Gabinete está tratando de solucionar la situación, que “no se arreglará en un mes, ni en dos”, como suelen remarcar desde el Ejecutivo catalán, y que se está poniendo “toda la atención”. Lo único que el president no dice es que la situación no se arreglará.... en años.

Si estais suscritos o comprais la vanguardia en papel, vale la pena leer el artículo de Esteve Giralt  sobre el efecto del caos de rodalies sobre los ciudadanos del sur de Catalunya. Miles de personas suben y bajan cada día en silencio, con mala cara, de los por norma general viejos y feos trenes de la red de Regionales del sur de Catalunya. En las estaciones y en los trenes se respira indignación, ansiedad y una mezcla de resignación y desesperanza. Reiteradas incidencias, largos retrasos y trenes cancelados sin aviso son su insoportable día a día. El caos ferroviario, agravado con el macrocorte y las obras pero cronificado desde hace años, está haciendo mella. Hasta el extremo de cambiar las vidas de muchos pasajeros, obligados a renunciar a un empleo, a cambiar de estudios o lugar de residencia e incluso sufriendo los efectos sobre la salud. 

Marta Folch en Altafulla, donde hace 19 años que coge el tren para ir a trabajar a Barcelona. Ahora teletrabaja tres días por el caos Alba Mariné. Tremendo ejercicio de empatía es ponerle cara y sentimientos a quienes lo están sufriendo en sus carnes. “Es muy bestia, si no lo vives no te acabas de hacer a la idea”, advierte Maria Escoda, de Tarragona, con su trabajo en Barcelona, mientras sigue en la radio el último descalabro de Rodalies en Bellvitge. (fragmento)

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