La esencia de la historia - Una nación alcanza la preeminencia y la conserva mientras acepta convenciones a menudo ineptas, necesariamente ineptas, y se llena de prejuicios sin tomarlos como tales. En cuanto los llama por su nombre, todo queda desenmascarado, comprometido.
Querer dominar, representar un papel, hacer la ley, comporta una fuerte dosis de estupidez: la Historia, en su esencia, es estúpida... Prosigue, avanza, porque las naciones liquidan sus prejuicios una tras otra. 
Si todas prescindieran de ellos al mismo tiempo sólo quedaría una bienaventurada disgregación universal. EM.CIORAN