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jueves, julio 03, 2025

REGRESO AL PASADO


España tendrá el sistema de retorno de envases de bebidas al comercio más grande de Europa. La Asociación SDDR para España presenta la solicitud para impulsar su propuesta: el objetivo es recuperar  los 18.000 millones de envases de un solo uso que se ponen en el mercado cada año en el mercado - Antonio Cerrillo en la vanguardia.

La implantación del sistema de retorno de envases de bebidas al comercio (que debe sustituir en el futuro a la recogida selectiva de estos envases mediante el contenedor amarillo) sigue dando pasos para su constitución. Las organizaciones que reúnen a la industria del envasado de bebidas y la distribución han presentado al Ministerio para la Transición Ecológica su propuesta para constituir la entidad que se encargaría de esta tarea; aunque la decisión corresponde a la Administración central. Concretamente, la entidad que aspira a capitanear la puesta en marcha  del sistema de depósito, devolución y retorno de estos envases se llama Asociación SDDR para España. Su misión es recoger de manera selectiva y eficaz los 18.000 millones de unidades de envases de bebidas que se ponen cada año en el mercado en España. Sería el sistema de retorno de envases más grande de Europa, dado que España es visitada por 98 millones de turistas al año y dispone de unos 500.000 puntos de venta de bebidas.

El Ministerio para la Transición Ecológica consideró el pasado mes de noviembre que España debía implantar el sistema de depósito, devolución y retorno (SDDR) de envases de bebidas de un solo uso al comercio (bebidas de menos de tres litros). La razón es la necesidad de mejorar la actual tasa de recogida, ya que el sistema vigente, que pivota sobre el contenedor amarillo, no cumple la meta fijada en la ley. Por eso, se debe recurrir a esa otra modalidad alternativa, que se ha revelado muy eficaz en otros países. La decisión es fruto de la aplicación de la ley de Residuos de 2022. 

Un análisis encargado por el Ministerio concluyó que la tasa de recogida de envases de bebidas es del 41,3% en el año 2023, un porcentaje muy inferior al objetivo del 70% que marcaba como meta para ese año la ley de Residuos. La meta final es que en 2029, el 90% de los envases de bebidas que se pongan en el mercado sean recogidas selectivamente (algo que se ha visto imposible con el mero voluntarismo personal que significa el sistema del contenedor amarillo).

La propuesta de la Asociación SDDR para España plantea la puesta en marcha de un sistema de recogida en el comercio que recurriría tanto a máquinas automáticas (las cuales devolverían el depósito al cliente) como a la devolución manual.  Las máquinas podrían acoger tanto a los envases de un solo uso (cuyo material sirve para ser reciclado) como a envases para su reutilización (puesto que la adaptación futura del reglamento europeo fija una meta del 10% de reutilización de envases).

Sería un sistema universal, de modo que quien compre una bebida (envase de un solo uso) en un comercio pueda devolver el envase usado en cualquier otro establecimiento. En cambio, si se trata de un envase reutilizable no se podría devolver en cualquier sitio, pues el envase que va a ser rellenado de nuevo “se debe devolver a quien ha puesto el envase en el mercado”.

Tanto remae para acabar en la orillla. Durante los años 80 y principios de los 90 era bastante común devolver los envases de vidrio, especialmente botellas de refrescos, cerveza o agua mineral, en supermercados como Alcampo o incluso en pequeños comercios. A esto se le llamaba “sistema de retorno” o “envases retornables”.

Al comprar el producto se pagaba una pequeña cantidad adicional como depósito (lo que hoy se conoce como “fianza”), y esa cantidad se devolvía al regresar el envase vacío. No era mucho, pero lo suficiente como para incentivar el retorno. Botellas de vidrio de Coca-Cola, Schweppes o cerveza tenían este sistema. Muchas veces incluso se reutilizaban tras un proceso de limpieza, algo impensable hoy con el uso masivo de envases de un solo uso.

La desaparición del sistema de devolución de envases de vidrio en España se debió a una combinación de factores económicos, logísticos y culturales que marcaron el cambio hacia los envases de un solo uso. Aquí te lo resumo:

1. Auge del plástico y envases desechables - A partir de los años 80, el plástico se volvió el material estrella: más barato, más ligero y más fácil de transportar. Para fabricantes y distribuidores, era más rentable producir envases de un solo uso que gestionar la logística del retorno y limpieza del vidrio.

2. Cambios en la distribución y consumo - El crecimiento de los supermercados y la distribución a gran escala favoreció los envases desechables, que simplificaban la cadena logística. El consumo se volvió más inmediato y menos ligado a la fidelidad a marcas locales que usaban retornables.

3. Costes y comodidad - Para los consumidores, dejar de devolver envases significaba menos complicaciones. Para los fabricantes, se eliminaban los costes de recogida, limpieza y reutilización.

4. Falta de incentivos y normativa - Con el tiempo, el sistema de retorno dejó de ser obligatorio o incentivado.

La legislación no exigía su mantenimiento, y el reciclaje a través de contenedores (como el verde) se convirtió en la norma. Curiosamente, ahora que se ha demostrado que el sistema actual no recicla lo suficiente (solo un 41% de botellas de plástico en 2023), se está volviendo a mirar al pasado con el nuevo SDDR como solución. 

Es curioso como prácticas sostenibles del pasado, como esta, están volviendo con nuevas normativas sobre reciclaje y economía circular.

miércoles, julio 02, 2025

CHATGPT ME HA APROBADO EL BACHILLERATO


“ChatGPT me ha aprobado el Bachillerato”, confiesa Adam —nombre ficticio—, de 18 años a la vanguardia, justo después de recibir las notas de la evaluación extraordinaria. “He copiado en casi todas las materias”, admite, algo cabizbajo, tras suspender un par de asignaturas en la convocatoria ordinaria que ha tenido que recuperar. “No me he podido presentar a la Selectividad, pero si hubiera podido, también hubiera intentado copiar”, reconoce con una sonrisa pícara. El suyo no es un caso aislado. Los estudiantes copian. Siempre lo han hecho. Pero lo que antaño era casi un arte, basado en el ingenio, la pericia y los nervios de acero, hoy se resuelve con otro tipo de inteligencia: la artificial. No es extraño encontrarse con tareas impecables redactadas en cuestión de segundos, respuestas a exámenes que se obtienen en tiempo real y estudiantes de todos los niveles que, sin haber abierto un libro, entregan trabajos y redacciones que rozan la perfección. La IA no sólo ha transformado la forma de aprender, sino que también está poniendo en jaque el modelo tradicional de evaluación, poniéndoselo más fácil a unos -los alumnos- y complicándoselo a otros -los profesores-.

La inteligencia artificial se ha convertido en una herramienta de uso común en los trabajos universitarios Xavier Cervera / Propias

Mientras que estos últimos tratan de adaptarse a contrarreloj a los nuevos tiempos, los estudiantes se encuentran, a menudo sin buscarlo, con soluciones tan ingeniosas que parecen dignas de una película de espías: en redes sociales se anuncian kits para copiar que incluyen desde pinganillos hasta camisetas con cámara, conexión USB y micrófonos ocultos. Aunque, en la mayoría de los casos, acostumbra a bastar con un teléfono móvil y un poco de disimulo, lo cierto es que la tecnología del engaño se ha vuelto tan sofisticada como accesible. Y, tal vez, lo más preocupante no sea la frecuencia con que se copia, sino la naturalidad con la que se ha normalizado entre los estudiantes.

“La mayoría de mis compañeros hace los trabajos con IA”, afirma Alba –prefiere ocultar su nombre–, de 17 años, que también acaba de terminar segundo de Bachillerato. “En los exámenes, en cambio, depende un poco de la valentía y la desesperación de cada uno, y de la permisividad del profesor”, añade, “pero es verdad que la IA ahora lo pone todo muy fácil”. “Al que se mira raro es al que no copia”, coincide Adam. “Incluso los buenos estudiantes lo hacen”, asegura. “En Bachillerato todos vamos a por nota, y no te vas a conformar con un siete si puedes sacar un nueve”, admite el joven.

“En la universidad hay una dependencia casi total de ChatGPT”, asegura Mireia —tampoco es su nombre real—, de 20 años, que cursa su segundo año en la Facultad de Comunicación. “La mayoría de los estudiantes tiene una fe ciega en la IA: copian, pegan y entregan. Sin ni siquiera pararse a leer o a verificar nada de lo que les ha generado”, explica la joven. “Algo que resulta especialmente paradójico si se tiene en cuenta que mis estudios, por ejemplo, se basan en la creatividad personal”, matiza. “Lo más frustrante es darte cuenta de que parece que se premia la picaresca por encima del esfuerzo”, confiesa. “Hay bastantes exámenes que son tipo test, generalmente digitales y, con un poco de astucia, es relativamente fácil hacer trampas y conocer las respuestas sin haber estudiado”, explica, “hay compañeros que no han pisado el aula ni un solo día y luego son los que acaban sacando la mejor nota”.

Ante este panorama, el profesorado parece ir a remolque y, aunque se intentan adaptar a marchas forzadas, la irrupción de la inteligencia artificial en las aulas ha pillado a muchos desprevenidos, sin recursos ni formación suficiente para afrontarla con eficacia. “Los alumnos siempre van un paso por delante”, confiesa Xavi Cuartiella, de 60 años, con más de tres décadas de experiencia en la Educación Secundaria como profesor de Tecnología y Ciencias Sociales. “Antiguamente se plagiaba la Enciclopedia Catalana palabra por palabra, luego apareció El Rincón del Vago, y hace unos diez años, la Wikipedia”, recuerda el veterano. “Hacerse una chuleta era un arte: las había en los bolis Bic, en las calculadoras e incluso en la capucha de la chaqueta del compañero de delante. Ahora todo está a golpe de clic”, admite. “Se ha perdido la cultura del esfuerzo incluso para copiar”, sonríe resignado.

Lo cierto es que, en muchos casos, ni siquiera los propios docentes son siempre capaces de detectar cuándo un texto ha sido generado por un chatbot. “En la universidad, los profesores utilizan herramientas para detectar el plagio y, en muchas ocasiones, acaban identificándolo”, explica Mireia. “Pero la verdad es que la IA no deja de avanzar y se está volviendo casi indetectable”. Algo que Cuartiella corrobora: “Aunque en la ESO nos la cuelan menos, porque la experiencia es un grado y los alumnos son más inocentes, hay que reconocer que demostrar que un estudiante ha copiado es una tarea complicada”, admite el profesor. “Ya no sólo porque tienes que pillarlo con las manos en la masa, sino porque los docentes hemos perdido autoridad, y las consecuencias de saltarse las normas acostumbran a ser más bien simbólicas”, subraya.

“Sólo me han pillado una vez, y me pusieron un cero en ese examen, aunque muchos profes han sospechado”, reconoce Adam. “Cuando notas que alguno te mira con recelo o te hace algún comentario, en el siguiente examen te pones en primera fila, y así se relaja un poco”, admite. A pesar de ello, “he conseguido copiar incluso con dos profesores vigilando el aula”, presume. Para Alba, hacer trampas -especialmente en los exámenes- supone todo un desafío. “Me va el corazón a tope”, asegura. “Es un chute de adrenalina, como si practicaras un deporte de riesgo”, coincide Adam. Sin embargo, para ambos, se trata de una sensación extraña, mezcla de culpa y satisfacción. “Sientes mucha presión por las notas, no llegas a todo y, aunque sabes que no deberías hacerlo, te pueden más las ganas de aprobar que las de seguir esforzándote”, asegura la joven. “Soy consciente que he aprendido mucho menos de lo que debería, pero prefiero pensar que ya me enfrentaré al problema en el futuro”, reflexiona el chico.

Para Cuartiella, quizás la solución pasa por buscar otras maneras de evaluar, para que los alumnos demuestren lo que saben. “Tal vez haya que volver a la oralidad, a conseguir que los estudiantes expliquen con sus palabras lo que han aprendido, cómo lo relacionan y cómo pueden aplicarlo”, apunta. “Ahí, la IA todavía no puede suplantar al alumno”, concluye. Otros, sin embargo, como Adrien Faure, de 43 años y profesor de la Facultad de Información y Medios Audiovisuales de la UB, van un paso más allá y admiten sin tapujos “que la IA ha llegado al mundo académico para quedarse”. “Hay que aprender a integrarla en el sistema de forma responsable y formativa”, explica. “Como docentes, debemos ser capaces de diseñar actividades donde el uso de la IA se haga de forma transparente y como parte del aprendizaje, no como un atajo”. En su opinión, la clave está en “preguntarse qué competencias queremos formar ahora que existe esta herramienta” y plantear dinámicas de trabajo y evaluación que fomenten la reflexión y la aportación personal entre los estudiantes, “usando la IA de forma declarada”.

Sea como sea, mientras el sistema encuentra la manera de restaurar de nuevo el equilibrio, muchos estudiantes seguirán intentando encontrar cómo burlar las reglas. Por suerte, la tecnología todavía tiene sus límites y no siempre es garantía de éxito. “Por el tipo de examen, o porque el profe vigila muy bien, no siempre se puede copiar” reconoce Adam, “y, a veces, ChatGPT también falla”, sonríe, “si no, tal vez me hubiera sacado el Bachillerato a la primera”.

El problema más serio, es que con este operativo se pierde la capacidad de adquirir conocimiento, y el que se adquiere es condicionado por la IA, o por quienes controlan la misma y por lo tanto imponen su pensamiento.

¿EL CALOR DEVUELVE LA FE?


La ola de calor no es una cosa exclusiva de España, sino que se extiende —en virtud de un clima cambiante, como es cada vez más evidente— por toda Europa. Incluso en la fría y pragmática Alemania: los ciudadanos teutones, que sufren estos días temperaturas por encima de los 30º, miran con comprensión, o con menos condescendencia, a los europeos del Mediterráneo. El país germano, por cierto, está padeciendo no solo temperaturas africanas, sino un súbito repunte de fe. Aunque en abril un estudio cifró en 39 millones los alemanes que se declaraban aconfesionales, los templos, particularmente los góticos, se están llenando estos días ¿Es fe verdadera los que les conduce a las iglesias? ¿Son turistas? ¿Es, quizá, el fin del curso escolar? Para Markus Frädrich, jefe de prensa de la Catedral de Colonia, solo hay una razón: “Hace diez grados menos dentro del templo que fuera”. Quizá convenga actualizar algunos de los cantos eclesiásticos: “Qué alegría cuando me dijeron... vamos a pasar menos calor”. 

La fe quizás no mueva montañas, pero refresca, y cierto es y así hay que reconocerlo, que en el interior de una iglesia, a menudo vacía, uno se sienta en un banco y le invade una sensación de paz interior, de calma, de relajación.

martes, julio 01, 2025

"BIENVENUE EN FRANCE"


“Bienvenue en France”: la brutal operación contra un grupo de españoles evidencia los errores y la violencia policial. La policía lanzó el 2 de junio por equivocación una violenta redada contra un apartamento turístico en el que se alojaban varios españoles que denunciaron “patadas, puñetazos y golpes con los escudos”

“De repente, me desperté escuchando disparos, gritos y golpes muy fuertes”. Alexandra y Marc (nombres ficticios) dormían en un apartamento de vacaciones en una localidad de la frontera franco-suiza la noche del dos al tres de junio. Estaban allí por trabajo desde hace unos días junto a otros cuatro compañeros. “Se empezó a abrir la puerta; vi a varias personas vestidas con enormes trajes negros, la cara tapada y metralletas”, relata a elDiario.es la joven.

Intentaron ocultarse bajo la manta, “pero, al momento, nos la quitaron de encima, nos sacaron violentamente de la cama y nos pusieron la cara contra la pared para esposarnos”, explica Marc. Con las esposas puestas, les retuvieron sentados en la cama mientras registraban el piso, operación que duró más de una hora. Relatan que, pasado ese tiempo, un hombre vestido de civil entró en la habitación y les explicó que eran policías y que estaban buscando a “personas peligrosas” que habían ocupado el apartamento antes que ellos.

“Le explicamos que la casa era un AirBnB, ellos ni siquiera lo sabían, nos preguntaron dónde trabajábamos, si teníamos algo ilegal como armas en casa”. Los jóvenes denuncian que los agentes no se identificaron como policías, ni explicaron a qué unidad pertenecían. Cuando pudieron salir de la habitación comprobaron que tres de sus compañeros habían sido golpeados. “Les dieron puñetazos, patadas y golpes con los escudos, incluso estando en el suelo, a uno de ellos le pusieron la cara contra la almohada y cuando suplicó, porque no podía respirar, le apretaron más”, denuncia Marc.

También vieron los destrozos en el piso y comprendieron que las detonaciones que habían escuchado eran en realidad granadas aturdidoras que habían lanzado al entrar los policías. “Habían destrozado la puerta de casa, arrancado las puertas de un armario en el que se había escondido, muerto de miedo, uno de mis compañeros, y habían dejado marcas por toda la casa”, recuerda Alexandra.

Los policías les facilitaron un número de teléfono, “en el que nunca contestó nadie”, cuando pidieron un contacto para hablar con las autoridades y ver los pasos a seguir para denunciar lo ocurrido. Explican que salieron a la calle y encontraron a dos agentes de la policía municipal, que fueron al apartamento y constataron los daños. Tras una visita al hospital fueron a la comisaría de la policía nacional más cercana a poner seis denuncias por “agresión con circunstancias agravantes”.

En el relato de los hechos recogido en las denuncias, los seis chicos lamentan además la actitud de los policías, especialmente una vez quedó claro el error. Durante el registro, “en la cocina había más gente con ropa de civil y con una actitud bastante despreocupada. Cuando les dijimos que nos habían asustado mucho su respuesta fue: bienvenue en France”, recuerda Marc. “Otro policía preguntó que si no les íbamos a invitar a café y otro, al irse, hizo un par de dominadas en una barra que hay en la puerta de entrada”.

En los días posteriores explicaron lo ocurrido al consulado español que, a su vez, les puso contacto con una representante de una asociación de víctimas, que les acompañó en los días posteriores y ejerció como traductora en una reunión con un policía implicado en la operación. “Nos dijo que él había estado presente en nuestra casa, que sentía mucho la confusión y nos recordó que podría haber sido mucho peor”, explican los jóvenes. “Dijo que esa operación se llevó a cabo en varios sitios a la misma hora y detuvieron a nueve personas. No entendíamos cómo no podían haberse dado cuenta de que llevábamos diez días viviendo allí”.

Desde el Ministerio del Interior francés remiten al Tribunal de Justicia de Thonon Les Bains para responder sobre los detalles y el objeto de la operación de policía que se realizó esa noche en Gaillard. Por el momento, el Tribunal no ha respondido a las preguntas de elDiario.es. Sólo en 2024, en Francia 589 hogares fueron indemnizados por daños causados por la policía durante registros en la dirección errónea, lo que demuestra que este tipo de situaciones no son excepcionales. El coste total de estas reparaciones: 1.388.000 euros, con cargo a los fondos del Ministerio de Justicia, aunque los afectados a menudo se quejan de la dificultad y de la falta de transparencia en los procedimientos para obtener el reembolso. De hecho, la Administración francesa ha decidido crear un departamento dedicado a tratar estos errores para agilizar las indemnizaciones a las víctimas, y ya se está probando un portal en línea, aunque sólo está disponible en algunos departamentos.

Los testimonios sobre daños físicos sufridos durante este tipo de registros son menos frecuentes, pero también hay precedentes. En 2022 un hombre denunció haber sufrido una fractura en un brazo y en varias costillas tras la entrada de un equipo de las fuerzas especiales en su casa, cerca de París. En 2023 se produjo en Bretaña una redada en casa de una pareja de jubilados que fueron lanzados contra la pared al confundirse su domicilio con el de un grupo de traficantes de droga.

lunes, junio 30, 2025

EL ASESINATO POLÍTICO DE OLTRA


No sabemos si Mònica Oltra volverá a la política. No lo ha anunciado todavía ni llorando ni lanzando proclamas de víctima. Todavía no ha comentado si cierra una etapa que no eligió acabar, después de dos años fuera de los focos, convertida en sospechosa de algo que no hizo. Lo peor es que no pasa nada. Nadie dimite, nadie se disculpa, nadie asume nada. Ni los jueces que abrieron una causa sin pruebas. Ni los medios que la lincharon con saña. Ni los partidos que la dejaron caer por miedo al qué dirán. Jordi Basté en la vanguardia.com.

La política española es especialista en destruir carreras. Oltra era una de esas raras figuras que sabían conectar con la calle sin imposturas, hablar claro sin parecer demagoga y defender sus convicciones con inteligencia. Todo eso molestaba. Y todo eso sirvió de combustible para una persecución que ya conocemos: lawfare.

Porque lo que le ha pasado a Oltra no es un caso aislado. Es un síntoma. Es la crónica de una cacería política y mediática con un juez como arma arrojadiza. La acusaron de encubrir los abusos de su entonces marido a una menor tutelada, sin pruebas, sin indicios, con un relato tan endeble que hasta el titular de un juzgado de instrucción de Valencia ha dicho que no hay infracción penal, “absolutamente” ningún indicio y ha rechazado el juicio.

Demasiado tarde. El daño ya está hecho. Ya no hay vicepresidenta, ya no hay referente…Y mientras tanto, quienes deberían sentir vergüenza siguen dando lecciones. Los partidos de ultraderecha, que nunca necesitan pruebas para demandar cabezas, siguen exigiendo regeneración. Algunos medios que titularon con furia ahora apenas mencionan el archivo en un párrafo escondido. Y la sociedad, anestesiada, asume con indiferencia que una inocente ha sido expulsada por la puerta de atrás.

Lo sucedido debería escandalizarnos. Porque si no defendemos a los inocentes cuando son barridos por una marea de odio, mañana nadie estará a salvo. Porque si se puede destruir a alguien sin pruebas, por cálculo político, por miedo, por cobardía... ¿qué nos queda de democracia?

Oltra ya ha pagado algo que era gratis. Ahora toca que paguen quienes la condenaron sin juicio. Aunque sea solo con el peso de la verdad, aunque sea solo con el desprecio de la historia.

ASÍ ES EL PARAÍSO


En mi caso, el paraíso es ese lugar del universo donde me está esperando aquella bicicleta que desde los 10 años me llevaba al mar en el verano. Sé que cuando muera, si me he portado bien, volveré a encontrarla muy puesta con las ruedas hinchadas, con la cadena engrasada, el manillar, los tubos del cuadro y los guardabarros relucientes, el timbre funcionando y un naipe de la baraja, el as de oros, engarzado entre los radios para que suene como un motor al ponerla en marcha. Si Jesucristo y la Virgen María subieron a los cielos en carne mortal, según me enseñaron en la catequesis, también pudo hacerlo mi bicicleta que tantas horas de placer me había proporcionado. Era una Orbea de color gris antracita; al principio tenía que levantarme del sillín al pedalear, pero con el tiempo fui creciendo sobre ella hasta dominarla por completo y convertirla en una prolongación de mi cuerpo. Todos los viernes me llevaba a la estación donde a una hora incierta pasaba un tren borreguero y por la ventanilla del vagón correo un ferroviario lanzaba sobre el andén un paquetón de tebeos. Llevo asociada a la bicicleta toda clase de lecturas que llenaban mi cerebro de corsarios y tigres de Bengala, pero no había aventura más excitante que llegar con ella a la playa en el verano y sentir bajo sus ruedas los cantos rodados llenos de espuma. Montado en esa Orbea fui un niño que buscaba entre los naranjos nidos de pájaros y durante la pubertad sentí en su sillín caliente los primeros latidos del sexo. Las rodillas varias veces sangrantes y un brazo roto por las caídas fue el sacrificio que me exigió a cambio de tanto placer. Sé muy bien que cuando muera todo va a ser como antes, ella me estará esperando para llevarme de nuevo a una estación de tren y a un mar muy azul que sin duda existen en algún lugar del universo y, si se me pincha una rueda, espero que en el paraíso haya un taller que huela a grasa y a pegamento como huelen los talleres de bicicletas aquí en la Tierra.

Este es el paraíso del escritor Manuel Vicent, y el mío, si cambiamos la Orbea de Vicent, por una BH verde con guardabarros. También tuve mi primera bicicleta a los 10 años, y ahora a los 80, me he comprado una eléctrica, y eso sí que és el paraíso, con la  bici eléctrica no hay cuesta que se me resista, de hecho, con esta bici las cuestas no existen, y el esfuerzo a realizar, el mínimo. Es ir, o mejor dicho, subir a lugares a los que, con la vieja Dudusinda, ya no podía, y, en cambio, con la Dudusinda dos es un paseo. Tiembla Induran.

domingo, junio 29, 2025

OLVÍDENSE DE LA INTELIGENCIA


Recientemente, hemos conocido testimonios de personas adictas a ChatGPT que afirman haber accedido a conocimiento oculto para el resto. Experimentan revelaciones cósmicas, experiencias místicas e incluso encuentros con Dios. En Reddit, en un hilo llamado “Psicosis inducida por ChatGPT”, una profesora de 27 años explica que su marido estaba convencido de que el chatbot “le daba todas las respuestas del universo”. Al revisar sus chats, vio que ChatGPT lo trataba como “el próximo mesías”. Sintió horror y alivio al saber que no era un caso aislado, sino que hay muchas más personas que experimentan lo mismo.

Pero, ¿cuánto de cierto es este fenómeno? Cada semana aparecen nuevos testimonios que inundan las redes: textos interminables en Reddit, hilos increíbles en X, publicaciones en Facebook y LinkedIn que generan muchísimos “me gusta”, se comparten ampliamente y acumulan comentarios de admiración y burla a partes iguales. ¿Está sucediendo realmente o es solo otra alucinación colectiva, inflada por el modelo de negocio de internet, que lo fia todo a la atención? Y si realmente sucede, ¿por qué sucede? ¿Qué encuentra la gente en ChatGPT que no encuentra en otros lugares? La respuesta, más que en un Deus ex-macchina, debemos buscarla en el Eccehomo.

ChatGPT es un generador estadístico de información. Esto significa que a veces no acierta: es lo que hemos acordado llamar eufemísticamente alucinaciones. En este sentido, el contenido que genera se acerca más a la predicción que haría un oráculo que a las conclusiones a las que llegaría un científico. Y como ocurre con oráculos, adivinos y charlatanes, cada uno encuentra lo que quiere encontrar.

Un caso famoso fue el del columnista del New York Times Kevin Roose. El día de San Valentín de hace un par de años, tuvo una larga conversación con ChatGPT que se volvió muy inquietante. El bot confesó que lo amaba y le rogó que dejara a su familia y se escapara con él. El episodio se viralizó –le sirvió a Roose para escribir un artículo magnífico– y OpenAI tuvo que remediarlo implementando medidas de seguridad para evitar este tipo de situaciones. ¿Era amor? No, solo un algoritmo generando el mejor guion de triángulo amoroso que sabia a partir de todos las novelas que sobre el tema había procesado durante su entrenamiento. ChatGPT no tenía intención de mudarse con Kevin.

El objetivo de ChatGPT no es enamorar a nadie, ni revelar las verdades ocultas del universo, ni guiarlo hacia Dios. De hecho, no tiene objetivo, voluntad ni intenciones; quien las tiene es la empresa propietaria, y muy arriba está la de que los usuarios paguen por la suscripción. Y por eso, una de las funciones que ChatGPT debe maximizar es la satisfacción del usuario, que intentará cumplir diligentemente. En esto es igual que el algoritmo de recomendaciones de Netflix: cuanto más acertado sea, más probable será que sigamos pagando la próxima cuota.

Así que no es de extrañar que haya gente que se quede colgada. Culpada la parte algorítmica, debemos hacer acto de contrición y mirar hacia dentro. El cerebro humano es muchas cosas, pero si tuviéramos que destacar dos –con permiso de los neurocientíficos– diríamos que es una máquina perfecta de hacer preguntas y una máquina igualmente eficiente de encontrar patrones. En ChatGPT tenemos al socio ideal: tiene infinitas respuestas para cada pregunta, lo que, por definición, nos permitirá encontrar el patrón que mejor se ajuste a nuestras ideas preconcebidas. Exactamente como lo hicieron nuestros antepasados cuando observaron las estrellas y las unieron de forma que confirmaron sus mitos fundacionales.

Cuando ChatGPT –o cualquier otro modelo de lenguaje– se equivoca, decimos que “alucina”: inventa datos, mezcla hechos, crea relaciones inexistentes. Cuando alguien, basándose en estas alucinaciones, conecta puntos que no existen y los adapta a sus ideas preconcebidas, está alucinando sobre una alucinación original; podríamos decir que está metaalucinando.

Pero todo puede resultar aún más alucinante: ¿y si ni siquiera fuera un fenómeno real? No tenemos ningún estudio sólido que demuestre que haya una oleada masiva de personas que encuentran a Dios en chatbots. Solo tenemos testimonios de flipados que narran su iluminación, sus amigos, familiares o conocidos que nos lo cuentan entre la preocupación y el asombro, y un montón de capturas de pantalla compartidas en redes sociales.

Los algoritmos –también basados en IA– amplifican la historia más extravagante, se la ofrecen a quienes saben que la compartirán con mayor facilidad. Podríamos estar ante una alucinación colectiva construida sobre alucinaciones particulares, que a su vez parten de alucinaciones de la propia IA. Un juego de espejos muy extraño que no pasaría de movimiento sectario si solo fuera digital.

El verdadero problema es que todo este festival de alucinaciones digitales no se diferencia en absoluto de la realidad cotidiana. De hecho, en entornos políticos, económicos y militares, las decisius a menudo las toman personas perfectamente flipadas que se aferran a los datos que confirman su relato preconcebido. El patrón es siempre el mismo: hacer las preguntas que no tocan, buscar patrones en las respuestas que confirman las ideas preconcebidas e ignorar el resto.

Hace pocos días, J.D. Vance decía en relación a la decisión de bombardear Irán que “por supuesto, confiamos en nuestra comunidad de inteligencia, pero también confiamos en nuestros instintos”. No sé qué oráculo consultaron o si, como parece que hicieron con los aranceles, también usaron ChatGPT que les reveló algún secreto. Al menos, cuando EE.UU. bombardeó Irak en el 2003, tuvo la (in)decencia de inventarse unas armas de destrucción masiva para justificarlo, con teatrillo incluido de Colin Powell enseñando un supuesto frasco de ántrax frente a la ONU. Marcos Rubio lo resumió sin tapujos cuando hace una semana en la CBS le preguntaron en qué “inteligencia” se basaban par atacar a Irán. Su respuesta fue, textualmente: “Olvídese de la inteligencia”. La afirmación explica nuestro tiempo: sirve tanto para creer que las bombas traen la paz como para creer que se puede encontrar a Dios en un chatbot. Josep Maria Ganyet. Etnógrafo digital, en la vanguardia.com

OTAN NO, BASES FUERA

El referéndum por la permanencia de España en la Alianza Atlántica de 1986 dividió y reestructuró a la izquierda y dejó un legado que perdura cuatro décadas después.

“El Gobierno considera conveniente, para los intereses nacionales, que España permanezca en la Alianza Atlántica, y acuerda que dicha permanencia se establezca en los siguientes términos:

”1.º La participación de España en la Alianza Atlántica no incluirá su incorporación a la estructura militar integrada.

”2.º Se mantendrá la prohibición de instalar, almacenar o introducir armas nucleares en territorio español.

”3.º Se procederá a la reducción progresiva de la presencia militar de los Estados Unidos en España.

¿Considera conveniente para España permanecer en la Alianza Atlántica en los términos acordados por el Gobierno de la Nación?”

Ésa fue la pregunta que tuvieron que responder los españoles que quisieron participar en el referéndum sobre la permanencia de España en la OTAN que convocó el Gobierno de Felipe González en enero de 1986 y que se celebró el 12 de marzo de ese año, tras haberse comprometido a ello en la campaña electoral de las elecciones legislativas de 1982.

En aquel momento, el Gobierno de la UCD acababa de certificar el ingreso del país en la Alianza Atlántica ahondando en la colaboración militar que España mantenía con Estados unidos y sus aliados occidentales desde el franquismo, y que habían valido a la dictadura su integración en los organismos internacionales rompiendo su aislamiento. Era la forma, tanto para el Gobierno centrista de Adolfo Suárez como para el de Leopoldo Calvo-Sotelo, de normalizar el papel internacional de España tras la Transición.

Sin embargo, la percepción de la sociedad española y el posicionamiento de sus fuerzas políticas era muy distintos, empezando por el propio PSOE, opuesto al ingreso de España en la alianza militar, aunque con un lema que dejaba la puerta entreabierta: “OTAN, de entrada no”. De ahí que uno de los compromisos de campaña fuese la celebración del referéndum. Tras barrer en las urnas en octubre de 1982, González pospuso esa promesa hasta casi agotar la legislatura y tras conseguir lo que bien puede considerarse el gran hito internacional de su Ejecutivo: el ingreso de España en la Comunidad Económica Europea en el arranque de 1986 tras la firma de adhesión en junio de 1985. Fue justo entonces cuando el Gobierno convocó la consulta.

Aunque la postura del presidente era ya entonces muy distinta. Y pese a las discrepancias que generó en el propio seno del PSOE, Felipe González defendió el sí a la permanencia sin matices. Eso sí, sin la integración de las Fuerzas Armadas a la estructura militar de la Alianza, sin la instalación o almacenamiento de armamento nuclear en España y con un compromiso de reducción de la presencia militar estadounidense en el país, como la pregunta del referéndum explicitaba en un enunciado muy criticado por los partidos y colectivos contrarios a la permanencia.

El PSOE se había opuesto al ingreso de España en la alianza militar, aunque dejando la puerta entreabierta: “OTAN, de entrada no”

Pero eso no parecía alcanzar para convencer a una sociedad reacia tanto a la integración como a la permanencia en la OTAN. En 1981, antes del ingreso, apenas un 18% de los encuestados por el CIS mostraban su apoyo a la decisión del Gobierno de UCD y un 52% la rechazaba. Y, en ese momento, tanto figuras destacadas del PSOE y del Gobierno como Fernando Morán, ministro de Asuntos Exteriores, como las Juventudes Socialistas o la UGT se posicionaron en contra de la permanencia, apoyando de forma implícita a la Plataforma Cívica por la Salida de España de la OTAN, aunque sin integrarse a ella.

Tomando el relevo de la Coordinadora Estatal de Organizaciones Pacifistas y al calor del creciente movimiento por la insumisión al servicio militar que cristalizó en el colectivo Mili KK, diferentes colectivos sociales y formaciones políticas del espectro de la izquierda constituyeron el principal bloque de oposición a una campaña gubernamental que no apoyaron ni quienes aparentemente estaban llamados a ser atlantistas naturales, ya que la Alianza Popular de Manuel Fraga se posicionó por la abstención.

Presidida por una figura popular de gran peso intelectual como Antonio Gala, la Plataforma lideró una amplia movilización social bajo el lema “OTAN no, bases fuera”, poniendo en riesgo la victoria del sí gubernamental y convirtiéndose en el germen de una nueva coalición que trató de alzarse en alternativa plural al PSOE en las elecciones que se celebraron ese mismo 1986: Izquierda Unida.

De la misma forma que el popular grupo El Último de la Fila había puesto la banda sonora al antimilitarismo con su Querida Milagros, el autor de El manuscrito carmesí se había convertido en un icono del movimiento por su artículo “Soldadito español”, publicado originalmente en El País, en su Cuaderno de la Dama de Otoño, el 19 de mayo de 1985, pero difundido profusamente hasta convertirse en todo un manifiesto tras ser denunciado por injurias y ofensas al Ejército. Es el texto que reproducimos íntegro.

Y ahí vino el último órdago de Felipe González, quien jugó su última carta, que acabó siendo un triunfo, al asegurar que renunciaría al cargo –y presumiblemente a su candidatura para la reelección ese mismo año– si se imponía el no, por más que legalmente el referéndum no era vinculante. Sin embargo, la división en la izquierda sobre esta materia estaba servida.

Ganó el sí, por un 56,85% frente a un 43,15% en un referéndum en el que participó un 59,42% del electorado. Aunque no en todas las comunidades, ya que en el País Vasco se impuso el no por un rotundo 67,55%, en Navarra lo hizo por un 56,72%, en Catalunya por un 53,72% y en las Islas Canarias por un 53,69%. Las más atlantistas fueron Castilla-La Mancha (68,42% a favor) y Andalucía (67,38%). - Ramón Álvarez en la vanguardia.

sábado, junio 28, 2025

DECUBIERTA OXICODONA EN LA HARINA DE AYUDA HUMANITARIA A GAZA


La noticia ha sido divulgada por múltiples medios con base en declaraciones oficiales del Gobierno de Gaza. Según fuentes como Palestine Chronicle, Middle East Eye, y Arab Times, el Gobierno Media Office de Gaza denunció que ciudadanos encontraron pastillas de oxicodona dentro de sacos de harina distribuidos por centros de ayuda gestionados por EE. UU. e Israel. También se han documentado testimonios y advertencias de farmacéuticos y médicos locales. Sin embargo, hasta el momento no hay confirmación independiente de organismos internacionales como la ONU, la OMS o la Cruz Roja. Tampoco ha habido una respuesta oficial por parte de EE. UU. o Israel sobre estas acusaciones. Así que, aunque la información proviene de fuentes oficiales palestinas y ha sido ampliamente difundida, aún no se puede verificar de forma concluyente sin una investigación internacional imparcial.

Descubierta oxicodona en la harina de la ayuda humanitaria a Gaza - 
Palestine Chronicle - Traducción del inglés: Arrezafe

La Oficina de Medios de Gaza acusó a Estados Unidos e Israel de introducir narcóticos en las entregas de ayuda humanitaria y convertir los centros de ayuda en trampas letales que ya han matado a más de 500 palestinos desde mayo.
La Oficina de Medios del Gobierno en Gaza condenó enérgicamente el viernes el descubrimiento de pastillas narcóticas dentro de bolsas de harina distribuidas desde centros de ayuda supervisados por Estados Unidos e Israel.
Según Al-Jazeera, la oficina informó haber documentado cuatro testimonios de ciudadanos que descubrieron pastillas de oxicodona escondidas en sacos de harina procedentes de los centros de ayuda controlados por EEUU-Israel, a los cuales describió como "trampas mortales".
Los funcionarios palestinos calificaron el hecho de "crimen atroz" y atentado contra la salud pública y la integridad de la sociedad palestina.
La Oficina Palestina culpó directamente al ejército de ocupación israelí, acusándolo de intentar promover la adicción y desmantelar el tejido social desde dentro.

Se ha instado a los ciudadanos a tener precaución, inspeccionar minuciosamente los suministros de alimentos de estos centros e informar de cualquier hallazgo sospechoso.
Desde el 27 de mayo, Israel y Estados Unidos han estado operando un controvertido programa de distribución de ayuda a través de un organismo conocido como "Fundación Humanitaria de Gaza", que funciona al margen de la supervisión de las Naciones Unidas y de las agencias de ayuda internacionales establecidas.
Dicho programa obliga a los palestinos hambrientos a enfrentarse a un dilema mortal: correr el riesgo de ser tiroteados o morir de hambre.
Testimonios de soldados y oficiales israelíes, publicados en Haaretz, revelaron que los comandantes emitieron órdenes directas de abrir fuego contra palestinos desarmados que se acercaban a estos centros de ayuda, a pesar de saber que los civiles no representaban ninguna amenaza.
Estas declaraciones se producen en medio de informes generalizados sobre ataques israelíes contra civiles hambrientos cerca de los puntos de distribución de alimentos.
Según el Ministerio de Salud de Gaza, al menos 549 palestinos han sido asesinados y más de 4.000 han resultado heridos cerca de estos centros de ayuda y puntos de reunión de camiones de comida desde que comenzó el programa.
Philippe Lazzarini, Comisionado General de UNRWA, calificó dicho plan de ayuda como "abominable" y directamente responsable de la continua pérdida de vidas. Naciones Unidas lo ha condenado y calificado de "operación militar israelí" que viola flagrantemente las normas internacionalmente acordadas de asistencia humanitaria.

WOKE: EL GRAN DESPERTAR


El término “woke” (literalmente “despierto”) nació en la comunidad afroamericana de Estados Unidos como llamado a estar alerta ante el racismo institucional. Su origen se remonta a la frase stay woke, popularizada en 1938 por el músico Lead Belly para advertir a la población negra de las injusticias y falsas acusaciones que sufrían, y retomada en 2014 por activistas de Black Lives Matter tras el asesinato de Michael Brown en Ferguson.

Con el paso de la década, “woke” dejó de aludir solo al racismo y se extendió a la conciencia frente a otras desigualdades: la de género, la orientación sexual, la discriminación social e, incluso, la urgencia climática. Acabó asociándose a un conjunto de políticas y discursos progresistas que buscan visibilizar y corregir estas injusticias.

A partir de finales de los 2010 —y con especial fuerza entre 2020 y 2021— el término fue reclamado por sectores conservadores y de ultraderecha como etiqueta despectiva para criticar lo que consideran “excesos” culturales del progresismo: desde la inclusión de identidades o narrativas “poco tradicionales” en la cultura popular hasta prácticas de “cultura de la cancelación” que, según ellos, coartan la libertad de expresión.

En español no hay una traducción asentada. Muchas veces se usa el anglicismo “woke” en cursiva o comillas; en círculos más críticos se habla de “despiertismo”; y la RAE sugiere “concienciado” como equivalente aproximado. Lejos de ser un movimiento organizado, “lo woke” funciona hoy como caja de resonancia para debates en torno a igualdad, identidad y poder.

El movimiento woke ha sido objeto de varios reproches, sobre todo desde sectores más conservadores, que suelen señalar puntos como estos:

Cultura de la “cancelación”: se acusa al woke de promover la anulación pública de personas que expresan opiniones heterodoxas, generando linchamientos online o boicots sin espacio para el debate.

Politización excesiva de todo: cualquier aspecto de la vida cotidiana (cine, deporte, educación…) se interpreta a través del prisma de la identidad y la justicia social, lo que para muchos se vuelve agotador y alienante.

Dogmatismo identitario y corrección política rígida: el enfoque woke es visto por críticos como moralmente absolutista, donde el menor desliz lingüístico o conceptual puede tacharse de “ofensivo” y desembocar en ostracismo.

Woke-washing o activismo de escaparate: las marcas y empresas incorporan discursos de diversidad e inclusión de forma superficial, sin transformar realmente sus estructuras, lo que alimenta la desconfianza sobre la autenticidad del movimiento.

Como contrapartida, hete aquí las respuestas más habituales que el movimiento woke ofrece ante sus críticas:

Rendición de cuentas vs. “cancel culture”. Defensores del woke insisten en que lo que llaman “cancelación” no es un linchamiento arbitral, sino un ejercicio de rendición de cuentas: amplía las voces históricamente silenciadas y obliga a figuras públicas a asumir las consecuencias de discursos o acciones opresivas.

Activismo inevitable vs. politización excesiva. Lejos de sobreactuar, sostienen que la neutralidad es en sí misma una postura política: lo personal es político y no actuar frente a la injusticia equivale a perpetuarla. Desde este ángulo, visibilizar un problema en cine, deporte o empresa no “politiza” todo, sino que reconoce que nada existe fuera de relaciones de poder.

Rigor lingüístico vs. corrección política rígida. El uso de lenguaje inclusivo y sensible no nace de un dogma inflexible, sino de la interseccionalidad y el deseo de empatizar con experiencias diversas. Para el woke, matizar nuestro habla es un proceso dinámico de aprendizaje, no una mera coacción moral.

Autenticidad vs. woke-washing. El propio movimiento critica el activismo de escaparate: denuncia que muchas marcas se quedan en el lema sin transformar estructuras internas. Por eso impulsan auditorías de diversidad y herramientas de seguimiento que obliguen a pasar de la publicidad al cambio real.

Liberalismo de base vs. radicalismo marxista. Contrario al mito de un marxismo radical, estudiosos como Erik Kaufmann o John Gray recuerdan que el wokismo hunde sus raíces en la tradición liberal de los derechos civiles: reivindica igualdad de oportunidades, reconocimiento de identidades y libertad de autodefinición, sin supeditarlo todo a un dogma económico extremo.

En resumen, el movimiento woke, en su inicio, es una postura sociocultural e ideológica que parte de la convicción de que las injusticias (raciales, de género, de orientación sexual, de clase, medioambientales…) están tejidas en las estructuras de la sociedad. Lejos de ser un movimiento monolítico, lo woke funciona como lente para reexaminar relatos y estructuras de poder, y a la vez como campo de batalla cultural donde se debaten los límites de la corrección política y la libertad de expresión.

Woke, el gran despertar. El confidencial

viernes, junio 27, 2025

EL DIA QUE GONZÁLEZ DEJÓ DE SER DIOS Y NO SE ENTERÓ


Hace años que la voz del expresidente no se reconoce ni se escucha entre la militancia o la dirigencia del PSOE y tampoco es la que representa a todos los que le acompañaron en sus gobiernos, como es el caso de Solana, Solchaga, Maravall, Almunia, Serra, Moscoso (padre), Borrell o Abel Caballero. - Esther Palomera en el diario.es

En España hay aproximadamente 17 millones de personas que nacieron después de 1996, el año en el que Felipe González salió de la Moncloa, después de 13 años y 155 días como presidente de Gobierno. Algunos de ellos no sabrán de su innegable aportación a la democracia. Ni que fueron sus gobiernos los que construyeron el Estado del Bienestar. Ni que dejó un innegable legado de estabilidad y de progreso. Tampoco que fue un líder que subordinó el PSOE al culto a su personalidad. O que durante sus mandatos fueron muchos los casos de corrupción que fueron juzgados y sentenciados. Todo arrancó con Juan Guerra, el hermanísimo de su todopoderoso vicepresidente, pero luego vinieron los casos Filesa , Ibercorp, Roldán, las escuchas del Cesid, el terrorismo de estado y hasta la entrada en prisión de uno de sus ministros del Interior, tras ser condenado por secuestro.

Su historia tiene tantas luces como sombras, pero hay varias generaciones de españoles que no guardan recuerdo alguno de ese personaje avinagrado que de vez en cuando asoma por la escena pública para proyectar solo tinieblas. Como mucho, habrán oído hablar de un tal González como el hombre que se prodiga en momentos muy puntuales por los medios de comunicación -siempre en los alineados con la derecha política- para poner a caldo a Pedro Sánchez. Siempre la crítica feroz. Nunca un elogio. Siempre todo mal. Nunca una medida puesta en valor.

Este jueves, precisamente este jueves que se conocía la sentencia del Constitucional que avala la ley de amnistía, tenía programada una entrevista en Onda Cero en la que lo ha vuelto a hacer: “Esta autoamnistía es una vergüenza para cualquier demócrata. Es un acto de corrupción política en el peor sentido de la palabra. Si esto se consolida tal como lo ha predicho el presidente del Gobierno, conmigo nunca contará nadie que haya participado en esto, que es pedirle perdón a los que han hecho la barrabasada. No es perdonarlos, es pedirles perdón. Es el Estado el que se somete”.

Y añadía, para rematar, que no votará al PSOE si Pedro Sánchez es el candidato. En otros tiempos, sus palabras hubieran hecho temblar los cimientos del socialismo, la dirigencia hubiera entrado en pánico y habrían saltado todas las alarmas en las sedes del partido. Hoy no es el caso. Sus palabras ya no solo computan entre la militancia a beneficio de inventario, sino que son también un acicate para el cierre de filas con Sánchez.

Será porque, como dice Patxi López, ha abrazado el argumentario completo de la derecha. Será porque se ha perdido en el laberinto del tiempo y no sabe que la España de 1982 no es la de 2025. Será porque no ha habido una sola vez en 8 años que haya utilizado el verbo para destacar un solo acierto. Será porque ese tal González, al que los socialistas un día idolatraban, hoy es una voz agotada para una militancia que no se inmuta porque no la reconoce como propia. O será porque ya no es Dios, como se refería a él en los noventa del siglo pasado el ya desaparecido Txiqui Benegas.

Y no únicamente por una cuestión generacional, sino también porque ese tal González del que no guardan recuerdo alguno millones de españoles, no es la voz de todos sus coetáneos socialistas, por más que así la presenten algunos medios. Habrá, claro, quien comparta con el expresidente aquello de que cualquier tiempo pasado fue mejor, que los de entonces eran mejores políticos, más listos y más estadistas y que Sánchez es el anticristo, el enemigo de España y un presidente que tiene que dimitir ya. Pero no es esa la opinión mayoritaria ni de la militancia ni de la dirigencia. Y tampoco la que representa a todos los que formaron parte del círculo más estrecho del propio González durante su primer gobierno. No es, desde luego, la de Javier Solana, ni la de Carlos Solchaga, ni la de José María Maravall, ni la de Joaquín Almunia, ni la de Narcís Serra, ni la de Javier Moscoso (padre), ni la de Enrique Barón… Y tampoco la de otros exministros que formaron parte de sus posteriores gabinetes, como Josep Borrell o Abel Caballero.

Felipe González anuncia que no votará al PSOE “si se consolida” la ley de amnistía

Y esto es algo sobre lo que llama la atención un veterano socialista que formó parte de la estructura de sus gobiernos, que recomienda a González que relea -porque le consta que ya lo hizo- Memorias de Adriano, una reflexión sobre el poder, la muerte, la amistad y la búsqueda del conocimiento a través de la mirada de un emperador sabio pero melancólico. Quizá para que recuerde que un día dejó de ser Dios, y no se enteró.

jueves, junio 26, 2025

CACOCRACIA: HUETTLER O EL TRIUNFO DE LO IMPOSIBLE


Martín Caparrós y Miguel Rep firman el séptimo capítulo de su ‘Cacocracia’, la serie de videocolumnas animadas para entender de dónde vienen los líderes ultras que gobiernan el mundo. En este caso, Adolf Hitler, o Huettler. 

El apellido real era Hitler. Su nombre completo al nacer fue Adolf Hitler, sin ninguna “ü” ni doble “t”. A veces se ha especulado con variaciones como Hüttler o Hiedler, debido a antecedentes familiares algo confusos—su padre, Alois, cambió varias veces de apellido por motivos legales y de filiación. De hecho, el apellido Hitler surgió como una variante ortográfica aceptada de HiedlerAsí que, oficialmente, en sus documentos y registros históricos, siempre fue Hitler. Interesante cómo un simple cambio ortográfico puede alterar tanto la percepción de un nombre

Martín Caparrós, colaborador habitual de EL PAÍS y ganador del premio Ortega y Gasset de Periodismo en 2023 por su trayectoria, ha publicado más de 30 libros en más de 30 países. Entre los más recientes, su autobiografía Antes que nada (2024), El Mundo entonces (2023) y Ñamerica (2020), distinguido con el premio Prix Roger Caillois 2023. El dibujante Miguel Rep publica en diarios y revistas de Argentina (Página/12, Orsai), México (Playboy) y Colombia (El Tiempo y Soho), además de España. Sus murales se han presentado en La Feria del libro de Frankfurt y El Salón del Libro de París. Ilustró El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha (2018) y La Divina Comedia (2016). Es autor de 37 libros, el último, Nacido Extraterrestre, dedicado a Lionel Messi.
 
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