Hay menos gente esta tarde en el Casino, ciertamente el dia no invita a salir y és más apetecible quedarse en casa. Hubiera podido quedarse el hombre también, però debe asistir al entierro de un viejo amigo. Viejo, però bastante más joven que él, però que la naturaleza habia decidido le adelantara en su viaje de regreso a la nada eterna. Andrés, que así se llamaba su amigo, era pintor, no extraordinario peró si bueno, o bastante bueno, su estilo hiperrealista gustaba a galeristas y compradores y además conseguia vender bastantes al año y a buen precio. Ana, la mujer de Andrés le contó ayer por las noche cuando fué al Tanatorio, que Andrés habia estado unos dias pachucho, però el dia en que falleció, parecia encontrarse mejor, incluso subió al estudio que tenia en el altillo de su casa para acabar de retocar un cuadro que le habian encargado. Parece que sólo pudo dar alguna pincelada cuando su corazón dijo basta. Asi es la vida Ana, le dijo, no avisa y te ataca cuando menos te lo esperas. Lo sé, contestó ella, asi es de cruel.
Recuerda el hombre del café a Andrés, y su recuerdo es el de un hombre jovial, enormemente vivo, que disfrutaba con su trabajo, que el seguia llamando afición. Prefiere recordarlo así, como en una foto fija presidida por la existencia del amigo, una foto intemporal en el recuerdo.... El sonido de la alarma de su móvil, le recuerda que es hora de acercarse al Tanatorio para asistir al Funeral del amigo muerto.
Pués doy mi pesame a mi amigo hombre del café.
ResponderEliminarAsi es la vida. Uno nace para morir. Hay veces que el corazón no avisa.