
Emohonle era consciente de que su tiempo y el de su compañera estaba llegando a su fin. Afortunadamente había conseguido llegar al planeta azul dónde había depositado sus esperanzas, siguiendo el encargo de Uedle. Su compañera y el bebè dormían plácidamente dentro sus habitáculos. Desconectó el control automático y empezó la maniobra de acercamiento.
La zona escogida era lo suficientemente deshabitada como porque pasara desapercibida su llegada. Pasados un par de minutos deposita suavemente la nave en medio de un roquedal que disimulará su presencia. Revisa todos los controles y activa el sistema de mantenimiento mientras abre las cápsulas de su compañera y el niño.
- ¿Hemos llegado?, pregunta ella.
- ¡Sí! Hemos llegado bien, ya se ha acabado nuestro viaje, coge al niño y continuaremos con el plan establecido.
Emohonle comprueba la temperatura exterior, así como la densidad del aire, todo responde a la previsión de Ivasle, este planeta es ideal para el niño, y para los que hubieran venido antes, lástima que nadie les quisiera escuchar y ahora estaban desperdigados en millones de partículas por el cosmos. Anodonal, su compañera, coge el bebé y bajan de la nave pisando por primera vez la arenosa y arcillosa tierra. Emohonle echa una ojeada al inhóspito y reseco paisaje.
Más adelante encontraremos más vegetación y agua - se dice -
. -
No pasa más de un día para que Emohonle se dé cuenta que los efectos de la radiación absorbida comienzan a hacerle efecto a él y a su compañera, el bebé, había sido aislado desde el primer momento y tal y como se habia previsto habia escapado a sus nocivos efectos. Mira de reojo a su compañera que presenta un aspecto macilento, igual o peor que él, insinúa una leve sonrisa y se abrazan. No era nada nuevo su estado, aun cuando según los cálculos de Ivasle habían de haber tardado más en sufrir el resultado terminal de los efectos de la contaminación. La idea era que el bebé creciera hasta poder valerse por si solo, pero desgraciadamente ya se veía a venir que eso no sería posible.
Dos días más tarde muere Anodonal, al lado de un riachuelo que encontraron y dónde se habían instalado, Emohnle la enterró con las pocas fuerzas que le quedaban y depositó al niño enmedio de unas rocas protegiéndolo con ramas de los depredadores, justo después cae a su lado y expira...
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* * *
La zona escogida era lo suficientemente deshabitada como porque pasara desapercibida su llegada. Pasados un par de minutos deposita suavemente la nave en medio de un roquedal que disimulará su presencia. Revisa todos los controles y activa el sistema de mantenimiento mientras abre las cápsulas de su compañera y el niño.
- ¿Hemos llegado?, pregunta ella.
- ¡Sí! Hemos llegado bien, ya se ha acabado nuestro viaje, coge al niño y continuaremos con el plan establecido.
Emohonle comprueba la temperatura exterior, así como la densidad del aire, todo responde a la previsión de Ivasle, este planeta es ideal para el niño, y para los que hubieran venido antes, lástima que nadie les quisiera escuchar y ahora estaban desperdigados en millones de partículas por el cosmos. Anodonal, su compañera, coge el bebé y bajan de la nave pisando por primera vez la arenosa y arcillosa tierra. Emohonle echa una ojeada al inhóspito y reseco paisaje.
Más adelante encontraremos más vegetación y agua - se dice -
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No pasa más de un día para que Emohonle se dé cuenta que los efectos de la radiación absorbida comienzan a hacerle efecto a él y a su compañera, el bebé, había sido aislado desde el primer momento y tal y como se habia previsto habia escapado a sus nocivos efectos. Mira de reojo a su compañera que presenta un aspecto macilento, igual o peor que él, insinúa una leve sonrisa y se abrazan. No era nada nuevo su estado, aun cuando según los cálculos de Ivasle habían de haber tardado más en sufrir el resultado terminal de los efectos de la contaminación. La idea era que el bebé creciera hasta poder valerse por si solo, pero desgraciadamente ya se veía a venir que eso no sería posible.
Dos días más tarde muere Anodonal, al lado de un riachuelo que encontraron y dónde se habían instalado, Emohnle la enterró con las pocas fuerzas que le quedaban y depositó al niño enmedio de unas rocas protegiéndolo con ramas de los depredadores, justo después cae a su lado y expira...
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* * *
Al hombre y la mujer que andaban cerca del lugar de los hechos les llamó la atención el llanto insistente de un bebé.
- ¿Lo oyes? exclamó ella.
- Sí! es el llanto de un bebé.
Se acercaron al lugar de dónde venían los llantos, sacaron las ramas que le protegíen y la mujer lo cogió entre sus brazos.
- Lleva un vestido raro, y esta cinta a la cabeza, ¿que debe ser? ¿Quien le ha podido abandonar?
- No le han abandonado - dice el hombre - detrás tuyo hay un hombre vestido como él, esta muerto y debe ser su padre.
- ¿No serán ángeles? Se preguntó la mujer.
- Ni ángeles ni demonios, pero deben haber venido del cielo, recuerda aquel objeto metálico tan grande y raro que vimos caer del cielo anteayer, seguro que llegaron en él.
- Podríamos quedarnos el niño, allí en Belén dónde vamos nadie nos conoce, diremos que es nuestro hijo y todo el mundo se lo creerá, ya le cambiaré la ropa.
- ¿Que te parece José?
- Lo que tú digas Maria, pero piensa que este niño no es como los otros, ha venido del cielo, y eso le hace especial.
Maria sonríe con el niño en brazos que ha dejado de llorar.
- Todos los niños lo son de especiales José. ¿Te parece que le llamemos Jesús?
- De acuerdo, y nos lo quedaremos - contesta él - si le abandonamos aquí morirá.
- ¿Lo oyes? exclamó ella.
- Sí! es el llanto de un bebé.
Se acercaron al lugar de dónde venían los llantos, sacaron las ramas que le protegíen y la mujer lo cogió entre sus brazos.
- Lleva un vestido raro, y esta cinta a la cabeza, ¿que debe ser? ¿Quien le ha podido abandonar?
- No le han abandonado - dice el hombre - detrás tuyo hay un hombre vestido como él, esta muerto y debe ser su padre.
- ¿No serán ángeles? Se preguntó la mujer.
- Ni ángeles ni demonios, pero deben haber venido del cielo, recuerda aquel objeto metálico tan grande y raro que vimos caer del cielo anteayer, seguro que llegaron en él.
- Podríamos quedarnos el niño, allí en Belén dónde vamos nadie nos conoce, diremos que es nuestro hijo y todo el mundo se lo creerá, ya le cambiaré la ropa.
- ¿Que te parece José?
- Lo que tú digas Maria, pero piensa que este niño no es como los otros, ha venido del cielo, y eso le hace especial.
Maria sonríe con el niño en brazos que ha dejado de llorar.
- Todos los niños lo son de especiales José. ¿Te parece que le llamemos Jesús?
- De acuerdo, y nos lo quedaremos - contesta él - si le abandonamos aquí morirá.
Y la pareja, después de que José tapara el cadáver del hombre con piedras, marcha con el niño en brazos de Maria camino de Belén....
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