Cuando tenía nueve, antes de ir a la escuela iba al Mercado con la bicicleta y el remolque a recoger lo que mi padre había comprado antes parala tienda de comestibles que tenian i que llevaba mi madre, y luego a desayunar al lado de casa, en casa del panadero; Sisu Carreras se llamaba él y Catalina su mujer. Él era un hombre alto y grande y ella muy pequeña y simpática. Desayunaba en la trastienda donde tenían una especie de comedor cocina todo-terreno la mayoría de panaderos antiguos, y donde hacían prácticamente la vida diaria, desayuno y comida, escuchar la radio o leer el periódico. Aunque a día de hoy hay muchas de estas trastiendas ahora con televisión incorporada. Alli en esta trastienda de Sisu y Catalina había una enorme estantería repleta de novelas del "oeste" desde Fidel Prado a Marcial Lafuente Estefanía, o Zane Grey, que yo devoraba con la avidez propia de la edad .

Me gustaban sobre todo las de Zane Grey "Huracán, la heroína de Fort Henry, etc" que me parecían mucho mejor escritas que las otras que eran más de pim pam pum. Cada día desayunaba pan de payés, recién cocido y un poco caliente aunque dicen no es bueno para el estómago, pero si lo es para el paladar, al menos mi, acompañado de jamón, longaniza o anchoas que me gustan con locura aún a día de hoy.

Sisu hasta que se compró una máquina de amasar helicoidal - una Saus - Amasaba todavía a mano, y el pan fermentado como debe ser, hecho sin prisa era buenísimo, tomándose su tiempo, que es el gran aliado del buen pan. Cuando alrededor de las siete había acabado de cocer el pan del día, Sisu desayunaba y se iba a dormir, hasta la tarde que por los alrededores de las diez empezaba a hacer el pan del día siguiente. El olor cuando salía del horno de suela aún lo puedo recordar y sentirlo no hace mucho cuando rondaba por más de un panadero a primera hora de la mañana.

En aquella época, el pan se vendía a peso y si no llegaba, te daban "la torna" para completar el peso que faltaba i que solía ser un trozo de coca o de pan, y la venta era por la mañana. Por la tarde la persiana de los panaderos permanecía medio entreabierta por si alguien necesitaba o debía menester que se decía antes, y casi nunca sobraba o faltaba pan, el panadero ya tenía apamada su clientela y cortaba casi justo.

Ha pasado mucho tiempo y ha cambiado mucho el mundo del panadero; cierto es que muchos ya no se ponen a las diez de la noche, pero lo hacen a las tres o las cuatro de la madrugada, y la jornada laboral no se acaba a las 7 sino que es prácticamente continua (con paradas esporádicas por mal romper el sueño) con el invento este del pan caliente todo el día, al que debemos añadir que en reparten por bares y restaurantes. El panadero que antes cerraba el domingo o el lunes, ha pasado a trabajar 363 días al año, mañana y tarde y pese a este esfuerzo de adaptación a los nuevos tiempos está sucumbiendo en su lucha contra la venta del pan precocido, que tienen en puntos de venta concretos, supermercados, gasolineras, bares, paquistanís de nunca cierres, "Horno Manoli de pan cocido con leña," o grandes centros comerciales y encima normalmente a un precio inferior.

No se si la gente sabe valorar el esfuerzo del panadero en ofrecer una gama variada de productos artesanales que se han ido ampliando los últimos años, en un esfuerzo de no perder competitividad ante este poderoso enemigo; fijaos la variada y sabrosa oferta que tiene un panadero de barrio o del pueblo en este esfuerzo para no perder el tren de su negocio, porque cierto es que aquí se ha perdido la cultura del pan que en cambio los franceses han sabido preservar. De cincuenta años atrás se compra pan en cualquier lugar, supermercado, gasolinera, paquistaní, etc etc, sin preocuparse por la calidad del producto adquirido a buen precio, eso si.

Hay una franja generacional que todavía es consumidora de pan en casa , que sería los de cincuenta y pocos años en adelante, aunque me encontré el otro día a mi hermano Luis que iba a buscar el pan en el Antic y no vive precisamente cerca de la panaderia, pero da valor al producto de calidad, bien hecho y con una buena variedad de oferta. Sin ir más lejos el otro día me regalaron los del Horno Sant Jordi de Granollers un pan de parroquia y un payés con cincuenta horas de fermentación que eran de pecado mortal.

Pero tras esta generación vienen los consumidores de plástico envasado que van al super y cargan de todo incluso el mismo pan. Por qué? una nueva manera de vivir, o la comodidad, o a veces la necesidad, lo cierto es que la cultura del pan aquí se ha perdido en poco tiempo, mientras que en otros países como Francia han sido capaces de mantenerla, y cierto es también que el Estado Francés ha puesto su grano de arena, mientras el de aquí nuestro ha pasado del asunto olímpicamente, y se atrevería a decir que continúa pasando.

No se ha perdido la guerra pero si muchas batallas, una de ellas la generacional; pocos son los hijos de panaderos que quieren continuar el negocio de los padres y prefieren un trabajo aunque sea en precario de 8 horas diarias de lunes a viernes y uno más de vacaciones, el panadero tiene también dificultades para encontrar dependientas dispuestas a trabajar sábados, domingos y festivos, las nuevas normativas de sanidad y la modernización de los obradores han supuesto un elevado gasto difícil de amortizar y que no compensa, y dicha competencia antes ha calado, por lo que están cerrando panaderos y curiosamente el obrador que años atrás se consideraba el plan de pensiones del panadero, a día de hoy no vale nada, lo único de valor es el punto de venta como tal, punto de venta que en un intento se sobrevivir se ha transformado en muchos casos en granja degustación, venta de platos precocinados y alimentos de primera necesidad.

Hace unos meses fué noticia el Gremio de Panaderos por su queja de esta competencia desleal que sufren, ante la administración. Pide el Gremio entre otras cuestiones que el pan que no se vende en las panaderías se ofrezca al consumidor envasado para garantizar las mínimas condiciones de higiene y que se en sepa su procedencia, como se hace con cualquier otro producto de consumo, o que las mismas, reiteradas y "cojoneras" inspecciones de Sanidad que sufren hasta a veces exasperar, se extiendan también a estos otros puntos de venta, digamos "alegales"

Dentro de unos años, no muchos, ningún niño podrá ir a la tras tienda de un panadero a comer pan de payés recién cocido con anchoas, mientras lee una novela "del Oeste" y sentir como le entra por la nariz el olor que viene del obrador, para que los panaderos como concepto habrán desaparecido, igual que en su día lo hicieron en Sisu y Catalina, de la panadería Carreras, en la calle de Vilarrubies, 73 en Sabadell, sólo que su caso fue por causa natural y en el tiempo que correspondía y en el caso de los panaderos actuales, desgraciadamente me temo no será así.