¡ES LA REVOLUCIÓN.... ESTÚPIDOS!



Las concentraciones de indignados a las puertas del parque de la Ciutadella para impedir la entrada de los diputados catalanes en el Parlamento, donde a partir de las 10.00 horas tenía que empezar el pleno de debate de los presupuestos de la Generalitat, han obligado al presidente, Artur Mas, y la presidenta de la Cámara catalana, Nuria de Gispert, llegar al recinto en helicóptero. Y no han sido los únicos. Todos los miembros del Gobierno viajaban en comitiva por la avenida Meridiana pero manifestantes les han cerrado el paso, razón por la que se han buscado medios de transporte alternativo. Cinco helicópteros han trasladado hasta las puertas de la Cámara catalana consejeros y portavoces parlamentarios. Entre ellos, la vicepresidenta, Joana Ortega, los consejeros Andreu Mas-Colell, Boi Ruiz, Ferran Mascarell, Josep Maria Pelegrí, y el jefe del grupo parlamentario del PSC, Joaquim Nadal. En el sexto y último helicóptero viajaba el titular de Interior, Felip Puig. El resto de diputados han ido llegando en coches oficiales y en furgones policiales para el acceso de la calle Wellington, fuertemente custodiado por la policía.
Y siguen nuestros representantes políticos sin entender nada. Están ante lo que podría ser una revuelta de un calado que no sabemos qué repercusión final puede tener y no saben o no lo quieren ver, y es que una revuelta es una revuelta y la gente ya ha acabado con su dosis de paciencia, por lo tanto como toda revuelta que se precie no puede andarse con miramientos y ser políticamente correcta, al fin y al cabo con lo que ha aguantado el personal,  ahora lo más fácil es criminalizar el movimiento que es cierto se ha descontrolado, pero que tiene unas razones lo suficientemente sólidas para hacer lo que hace y más. De ahí el título del comentario por si sus señorías no se han dado cuenta de la magnitud de los hechos pasados ​​presentes y futuros. Quizás deberían fijarse en la historia reciente de Islandia y empezar a tomar nota por si acaso. Y por otra parte deberían fijarse también en cómo ha gestionado la revuelta el pueblo islandés.









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