Mirando atrás sin ira, retrocediendo sólo cinco años en el tiempo, Irlanda era el ejemplo a seguir por su crecimiento, donde todos se reflejaba, y España se jactaba de lO mismo, mientras Alemania todavía no había olvidado su pasado y su autoimpuesta obligación de ayudar económicamente a la entonces pujante Europa. El euro se mostraba fuerte ante el dólar y parecía vivíamos los europeos en la comunidad de la abundancia. Cinco años después, Irlanda y España están como están, sin hablar ya de Grecia y Portugal y el misterio insondable que es Italia, país del que quien supiera determinar su PIB real habría hecho todos los méritos para ganar el Nobel de economía o de investigación fiscal si existiese.
Cinco años más tarde, no en Cataluña ni en España, en toda Europa hay una patente falta de liderazgo que sólo y a su manera se han otorgado Merkel y Sarkozy, y es en estas circunstancias con el enfermo terminal e irrecuperable de Grecia sobre la mesa de operaciones y sin cirujano cualificado para salvarlo, que Polonia, el país que entró de puntillas en la Comunidad, nada europeísta y regularmente democrático, y que cinco años más tarde parecen ir francamente bién, quien se debe hacer con las riendas del semestre de esta Comunidad Europea, con el aviso de intenciones de que no piensan hacer un papel de comparsa o cumplir con el paripé durante su mandato.
A todo esto (ya podemos poner la barba a remojar) Portugal ha recortado el 50% la paga extra de navidad. Me temo que acaba de empezar la auténtica crisis.
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